Todo padre debe querer que su hija conciba sin tener sexo, un deseus interruptus, corruptus de la negación del deseo, de la carne con aplomo, que satisface su ego y se le presta atención al cuerpo, el templo del espíritu, que celado por la obsesión cerebral, recibe más sangre cuando se convierte en relación carnal que cuando el cerebro se lleva la sangre hacia arriba, lo desangra como vampiro vertical.
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