miércoles, 21 de abril de 2021

Sin título, por @Ed_M_Undo

Yo quería que el personaje se vea evolucionado, se vea maduro, mayor; dijo el director.
Por eso de una escena a otra esperé un año. Ya no era un chico, era un hombre.

La evolución del personaje según Campbel debería resultar en un ser superior, con dominio de su razón y control sobre sus emociones.

Valía la pena el tedio, la espera. 

El personaje caminaba rodeado de perros. El animal tiene un instinto superior en el exterior. Estuvo más tiempo expuesto a la intemperie. Nosotros encontramos confort en las cavernas, que luego se convirtieron en casa, luego en guettos, luego en jaulas. Por eso enjaulamos a los perros, para volver a sentirnos humanos. Lo inhumano nos vuelve humanos.

El guión iba algo así: Joel camina por el campo, ha sobrevivido la dureza de la montaña. Un Frodo de metro ochenta. Melanina. Recuerda un pasado iluminado, un tiempo de paz. Luego la desinformación, los fake news, Twitter, los memes, la guerra. El caos, el miedo, el olvido, la desesperación. La montaña el último bastión.

Sale de la montaña y no encuentra un solo ser viviente.

Encuentra al robot. La robot. Un ser demasiado empático para ser humano. Se enamoran. Pero su batería va a terminarse y su memoria se borrará. Antes de desconectarse, tiene un recuerdo, ¿o es una alucinación? Que él fue quien violó y mató a su dueña, hace muchos años cuando ella era solo un software. Le pide un beso. Y con lo último de electricidad lo electrocuta. Juntos en el olvido.

FIN


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