sábado, 10 de septiembre de 2022

Yak, cuento de @ed_m_undo

Avanzabamos por un mar lleno de tiburones. Infestado. El contralmirante cayó con el ancla y duró segundos en ser devorado. Y luego empezó el problema. El yak. Lo que debía ser nuestra fuente de alimento acaba de morir. Si lo lanzamos por la proa atraerá a todos los tiburones del océano. Vamos a tener que convivir con el olor, la pestilencia. Cuando un animal de ese tamaño muere, muere todo lo que lo rodea. Vemos como debajo de su piel algo crece. Billones de larvas de gusano. Avanzamos en silencio en un mar abandonado. Vamos a la deriva. El yak era la salvación. Nuevo mundo. Pero lo hemos perdido. Malditos animales. Tenían que tener el control. No bastaba con la pérdida del capitán, su suicidio. Ni la explosión que nos dejó sin timón, ni el incendio que se llevó la vela. No el ataque pirata. Cada golpe nos alejaba del destino. Los tripulantes perdieron la razón. La muerte habitaba nuestra embarcación. El yak seguía descomponiéndose y aún así era lo más vivo que llevábamos a bordo. Su hediondez se volvió nuestra vida. Arcadas. Espasmos. Vómitos secretos. 

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