"Uno de nosotros dos no existe". Le dije con ternura.
Escampa en la llanura, la lluvia masajea la ventana. Al parante de Avellaneda llega el bostezo de la mañana. Luna es tibia justo a la alborada. Hablo solo, susurrando bajo como cuando hablaba en la montaña, para que todos me escuchen sin lograrlo, dispuesto a fracasar al primer intento.
Lunes por la mañana es espejismo. Fauna no perecible en gestación.
Se ha vuelto blanda la estructura de los días. El hallazgo marcó un nuevo ritmo a la rutina. Afluentes de excusas. No se consigue nada con pelear. El oráculo fue claro, específico, rectilíneo en su explicación. Para llegar a un punto de equilibrio planetario, nos hackearon el sistema duplicándonos. Alguien exacto a mi, a ella, existe en este mismo tiempo y espacio. Duplicado. Y solo uno es real, otro solo blande el pasar de los días en un augurio de lo consuetudinario.
Nos vemos todo el tiempo, ya no hace falta hablar. Dentro de poco el gran sopor de los planetas eliminará la mitad de la población de la faz de la tierra.
Hemos redescubierto Montaner. Hay cierta relatividad intrínseca en sus letras. Perteneciente a otro género musical. Un deseo indebido.
"Si me voy, quiero que me recuerdes en el olvido". Me dijo con tristeza.
Coincidimos en geografía. Solo esperamos que ser el modelo original de cada uno de nosotros. Algo de no creer. Orion pictures. Carolco. Un beneplácito del destino comprendido para empezar a entretejernos en lo desconocido.
¿Seré yo? ¿Serás tú? ¿Y si los dos nos quedamos? ¿Y si los dos nos vamos? Demasiadas posibilidades. Nos abrazamos tanto ahora. Ahora que no hay tiempo. Ahora que solo queda el espacio. Vamos a ser menos de los que somos. Fuimos. Seremos. Un luto anticipado. Familias, vecinos, adversarios, equipos, consejos, colonias. Aquí ya no vivirá nadie, la Tierra nos pertenecerá a los que seremos. Fuimos. Somos.
Cierro los ojos. Los abro. Ya no te veo.
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