sábado, 21 de enero de 2023

Tus esteros son estéreos. Por @ed_M_Undo

 Nadie me creerá cuando les cuente una historia de ciencia ficción en Guayaquil. Una pequeña ciudad en un pequeño país en un inmenso universo de caos. Nadie va a creer que esto suceda en Guayaquil. Al pie del estero. Un estrecho río. Un riachuelo glorificado. Son historias para Nueva York, Praga, Tokio. Allá la gente vive tranquilamente solitaria. En Guayaquil la gente no se aguanta en soledad. Estar solo es el primer síntoma de poder pertenecer a una paradoja tiempo-espacio a nivel interestelar en la que tú seas el epicentro de un evento inexplicable. La soledad le brinda el protagonismo necesario para que el personaje principal tenga que participar de una trama extremadamente difícil de entender. Guayaquil es difícil de entender, pero fácil de aguantar.

Todo empieza en un bar inglés. En Guayaquil eso significa la clase alta. Altísima. Piso 36. No se rían, en Guayaquil eso es casi uno de los edificios más altos. Esto no es Nueva York. Pero igual alto. Muy alto. Altos ejecutivos. Gran sueldo. Metro ochenta. Pero el protagonista es el barman. No nos distraigamos en los ejecutivos. Ellos son música de fondo. Sí, relacionados a la trama pero de manera indirecta. Y solo uno de los dos. El alto. El más alto. Pero, volviendo al barman. Está a punto de entregar un vaso de escocés. Pero es la servilleta el tema que inicia un problema. El hombre bajo, el menos alto, recibe el escocés. Lo lleva a sus labios. La servilleta pegada a la base del vaso. Y el reflejo en el espejo en el que se refleja la espalda del barman. Las iniciales MSPFH. Escrito al revés , para que se refleje en orden. Pero esta imagen no tiene sentido ahora sino más adelante. Solo es parte de esta escena para ser capturada en una foto tomada con flash a los descuidados ejecutivos. El flash, eso es lo que sale mal y alerta al barman. Nadie más lo nota por estar en un local muy iluminado. El bar inglés representa una era que empieza a desaparecer con sus muebles de roble y sus copas de cristal. Colores marrón y bermellón. Ceniceros. Abrecartas. Nylon. Plomo. Asbesto. Anfitrión. Mayordomos. Todo parece de un universo alterno. Tengamos claro que hasta este momento ningún personaje de esta historia sabe de la trama de la que está empezando a ser parte. Algunos nunca lo estarán. 




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