sábado, 21 de enero de 2023

Panza. por @Ed_M_Undo

Doña Irene regresa a pie desde el carretero. Camina pesada sobre la grava. El campaneo de un chivo la acompaña. El camino largo porque no puede trepar la ladera hasta su asentamiento.

Una invasión. Un pedazo de tierra. Una parte de lo que gana sirve para pagar al abogado que legaliza el terreno. Casa de caña, sin electricidad. Moscas. Cascajo. Letrina. 12 estalones de madera la separan del suelo para que no se la lleve cuando llega la época de inundaciones. Marzo. Abril. 30 años. El tiempo desde que huyó de su tierra con su hijo luego que su marido la tratara de matar con un machete. La cicatriz. En el cerro se está más seguro.

El abogado Arrata ingresa con su chofer que conduce su auto Mercedes Benz café. Es el único carro de lujo que ingresa al sector. Es el único carro con aire acondicionado que entra al sector. El abogado Arrata luce una inmensa panza redonda. Por arte de magia los botones y la misma tela no estallán. Debe medir unos 50 centímetros de panza el abogado Arrata. El cinturón que usa es de un hombre el doble de su altura. El abogado Arrata compró en una subasta ilegal 100 hectáreas de cerro que pertenecía a una familia de la Costa de Ecuador. El abogado de la herencia, sabiendo que la matrona había quedado sin hijos en el país, decidió engañarla y que cediera sus tierras para desarrollos comunitarios sociales de viviendas populares para sectores vulnerables. O sea, venta de terrenos ilegales. La señora cuando se enteró que había perdido las tierras que les heredó su suegro casi un siglo antes, se lanzó por el balcón de su casona clásica al sur de la ciudad. El Sur de la ciudad era donde antes vivía la gente rica. Pero la ciudad se alejó y con ella la gente rica. Solo quedaba la señora y unas cuantas familias venidas a menos. Todos los que supieron escuchar y ver las señales emprendieron un éxodo al Norte de la ciudad. El Norte de la ciudad tiene a sus espaldas un cerro inmenso que es un brazo fantasma de la cordillera de los Andes. El cerro tiene la capacidad de desaparecer gente. Nadie lo hubiese habitado sino por exiliados, refugiados. 


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