martes, 11 de septiembre de 2018

Aerodinámica noruega. Cuento de @Ed_M_Undo


Escribo en el avión para evitar conversar con el pasajero del puesto 9B. Siempre escojo el asiento de la fila 9. Me parece más democrático. Que en caso de secuestro terrorista pasaría desapercibido. Tiene sus beneficios el asiento sobre el ala del avión. Turbodinámica noruega. De niño apunté mi dedo al cielo y disparé una bala imaginaria. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Las balas también necesitan tiempo. De pronto; boom. El avión se deshace en el cielo. Pequeño a la distancia. No más grande que un colibrí. Polvo intergaláctico. Sentí el peso de la gravedad por primera vez en la vida. Si no estaba anclado a la tierra hubiese querido desaparecer en el espacio. Toda esa gente que acababa de matar. Regresé corriendo a mi casa. Mi mamá me recibió sudada. Su gimnasio era limpiar todos los días la casa. Cada día la aspiradora, el trapeador, la casa vacía oliendo a desinfectante. Le dije que acababa de hacer explotar un avión. Que no era mi culpa. Ella no prestó atención. Así nos comunicamos en mi familia. El todo estará bien de Eva entre desconocidos que vivimos bajo el mismo techo. 

Es una falta de respeto que las ventanas de los aviones estén sucias por fuera. En los setentas se caía un avión al día. Pero el deseo de llegar más lejos seguía llenando los aeropuertos. Foster diseñó la arquitectura de los aeropuertos para que nos vieramos la cara siempre. Para que vieramos a alguien que se caería igual que un sueño en picada. Si todo salía bien el avión se estrellaría fuera de la ciudad. 

Quería ver mi desastre. Mi montaña llena de escombros. Niño y con una primera obra de terror. Ir a la montaña a recoger pedazos de maleta, ropa suelta, compuertas, espumas, papel higiénico. ¿Por qué llevan tanto papel higiénico los aviones? Mi dedo eliminó un avión. Quizás Romeo y Julieta murieron en un avión y sus familias inventaron el cuento del veneno. Antes era una deshonra que se te caiga el avión. Abdón Calderón del cielo.

Mi padre llegó y se sentó frente al televisor Goldstar. A él nunca le contaría lo que había hecho. Se lo toma todo demasiado a pecho. Prefiero obviar mi vida ante él. Espere las noticias, el flash informativo. El había debió caer encima de alguna población. Las desgracias suceden en secuencia. Pero nada. Ni noticia del dedo devastador. Del número de muertos sin heridos. Nadie sale herido en un accidente aéreo. Es muerte garantizada. Gillotina colectiva. Aunque despierte de mi sueño voy a seguir soñando en el avión. No quiero ver mi dedo. No sé cuantos aviones haya desaparecido. No dejo escombros, por eso no soy noticia. Si tan solo supiera si es verdad. Apunto mi dedo a mi padre. Pero no me arriesgo a hacerme huérfano.

Alguien esperó en un aeropuerto hasta que lo cerraron. Alguien no me espera en el aeropuerto al que llegaré de madrugada. Nadie nunca me espera porque apunto mi dedo y dejan de existir.