miércoles, 31 de enero de 2018

Sombra, cuento infantil de @Ed_M_Undo

En la jungla hay una sombra que duerme en altos árboles de frondosas crestas y gráciles lianas. Es una sombra juguetona que por momentos adquiere nuevas mañas. En noches oscuras es solo dos ojos amarillos. Lo adorables es la comunión que tiene con su propia sombra, de su hermana astral, su reflejo sin espejo.

Creado el puma, este, empezó a jugar con su sombra. A su creador le causó tanta gracia que decidió convertirla en un animal y la llamó pantera. La pantera vive en una constante noche sin luna. La pantera aprende a caminar antes de respirar. La pantera duerme en sueños por que prefiere estar despierta en la realidad. La pantera no se esconde, todo el universo se confabula para esconderla entre arandelas de bosque. Es tan negra que a veces las hormigas no la ven y le caminan encima en su caravana sin peso que dura mil años.

¿Quieres ver a mi pantera? Mírala en el cuarto oscuro, a veces me visita de su jungla. Le dejo la puerta entreabierta y se acomoda al pie de mi cama. Es tan rápida que si quiero encender la luz ya está en su rama en todos los bosques del mundo y en ninguno. Por eso no la busco, mi pantera siempre me encuentra.

martes, 30 de enero de 2018

Se busca guardián, cuento de @Ed_M_Undo

Érase una pez.

Nántier, el pescador del pueblo, siempre contaba ese chiste del que nadie nunca se reía. Acusaba a la ausencia de alcurnia de sus convoyantes, que su humor británico era muy poco apreciado en estos lares. Que es un claro mensaje que su destino es en otra parte menos aquí.

Era famoso por que un día regresó de su jornada con un pez espada y sin su compañero, Duval. Insistió que había capturado el enorme pez luego que escuchó el grito de su amigo apagarse en las fauces del enorme animal y que de la furia lo atravesó 10 veces con un harpón (la verdad es que nadie en el pueblo tenía harpón) y con la fuerza de 27 niños arrancó del bravo mar al espécimen que luego donó al museo de Valdivia para que sea exhibido a todos los niños estudiantes como advertencia que al mar hay que saberlo respetar.

Han pasado 30 años desde que se colgó la cabeza disecada del pez espada en el museo y aún no consiguen un solo guardián que dure más de un día. Todos huyen al pasar la medianoche insistiendo que el grito que sale de cráneo les hace helar la sangre.