domingo, 19 de diciembre de 2010

MONIGOTE - una historia del tercermundo - por Nuno Acosta


Un día una chispa se posó sobre la careta de un añoviejo recién hecho y este cobró vida. Se dio cuenta que tenía una mano, luego de la otra, se incorporó, en su pecho vio que estaba relleno de aserrín y que su esqueleto era su propio traje, su propia ropa.

Vio que su reflejo mostraba una cara hecha de cartón, piel tono pastel, pelo pintado a la cabeza, una breve sonrisa. Al monigote le gustó como se veía y decidió llamarse Toñito.

Toñito había cobrado vida en el mismo taller donde lo habían hecho junto a miles de añoviejos todos muy similares a él, excepto que ninguno había cobrado vida.

Toñito vio que sus creadores no eran gente buena, que quemaban a los de su especie y se divertían, que disfrutaban avivar la llama con pequeños explosivos: camaretas, fosforitos, silbadores, rosas chinas, chispeadores.

El jefe, a quien le gritaron Ah Lucho! era el peor de todos. Hacía y vendía todos los monigotes de la zona de la bahía, además de administrar la venta ilegal de explosivos prohibidos de la ciudad: miles de camaretas que llenaban 10 cuartos de su gran taller para venderlas durante el fin de año.

Este individuo, Ah Lucho!, odiaba a todos los monigotes por que era el único momento del año que tenía que trabajar. Siempre fumaba y tenía una forma particular de apagar sus colillas: las aventaba al aire y les escupía con tal precisión que todos sus cigarrillos terminaban pegados a la pared. Habían 1000 cigarrillos pegados afuera de su oficina.

Toñito quedó espantado y decidió huir a la montaña, trepó pilos de monigotes hasta cruzar el amplio galpón y cuando iba a salir por la puerta trasera vio lo más bello que había visto en su corta vida: una añovieja. Un monigote mujer, rara en su especie, probablemente hecha a pedido: alguna ex-esposa, ex-novia, algún amor imposible.

No sabemos como, pero Toñito se acercó hacía ella, sostuvo sus manos, cerró los ojos y luego de un instante, corrían con las manos cogidas y grandes sonrisas hacia la montaña.

LLegado el anochecer empezaron a escalar el cerro, todo era oscuridad, hasta que a la medianoche todo el cielo se pintó de fuego y pudieron verse de nuevo las caras, y se amaron bajo la luz de la noche.

Construyeron una pequeña cabaña al pie de la quebrada de la montaña, la que da hacia el tiradero de basura de la ciudad. Tenían una mesa de madera, sillas de distintos tipos y colores, todas partidas. Cuadros decoraban las paredes, todos ellos del mar. Un librero era su alacena, pues como imaginarán los monigotes comen, papel y aserrín.

Llegaron 2 hijos y la pareja no podía ser más feliz. Condorito el mayor y su hermanito "Chapulín" quien aún no aprendía a caminar, acompañaban con alegría a su madre en las labores del hogar.

Su padre partía entrada la madrugada a su trabajo y volvía con el amanecer. Aunque Condorito le había pedido que lo lleve, Toñito no consideraba seguro que su hijo anduviese cerca de los peligrosos humanos. Él recolectaba basura en el tiradero Las Iguanas.

Montaña sobre montaña de basura, hasta el horizonte, y alrededor miles de chozitas como la suya, algunas iluminadas, unas cuantas personas aún en movimiento. Toñito caminaba con total comodidad y buscaba los más jugosos y frescos papeles para su familia. Estaba de suerte, había encontrado una guía telefónica que alcanzaría para un banquete de 2 semanas.

Amanecía, era hora de la partida. Bajo su brazo llevaba la guía sumamente pesada para él, como un pequeño yunque, pero igual regresó la mirada. A sus pies, se iluminaba a todo esplendor lo más bajo del tercermundo: los chamberos. Vio un niño pequeño, sólo en pañal, rodeado de moscas peleando con un gallinazo por un pedazo de carne cruda. Por primera vez Toñito sintió compasión por los humanos. Eran tan frágiles como él al nacer y se curtían al crecer. "Tan básico como el más pobre, tan indefenso como un bebé" pensó. Compartía muchas similitudes con ellos viendo de esa manera.

Al regresar a su hogar a la mañana no puedo creer lo que veía. Su casa estaba quemada, sus posesiones esparcidas, su esposa, sus hijos consumidos, carbonizados. Soltó la guía. Cayó en sus rodillas, se abrió su camisa, mostró un pecho de aserrín que parecía estar latiendo. Latía de dolor. Sus ojos empezaron a humedecerse, una leve gota de pintura negra descendió de su ojo pintado izquierdo. Levantó la mirada. Ahí estaba. Un cigarrillo pegado de un escupitajo en la única pared que había quedado en pie. Esa era la firma del artista, del perpretador, su creador. Ah Lucho! se los había llevado.

Toñito sintió un cambio en todo su cuerpo, su cara se pintó de nuevo de vida, de ira, su ceño quedó fruncido, como si la pintura se hubiese reventado dándole un rigor de muerte.

Toñito bajó la montaña enfurecido, llegó a la carretera, avanzó a la avenida, cruzó parques, cruzó peatonales, cruzó plazas, cruzó entre buses, frente a escuelas, talleres, tiendas, un choque y el patrullero de la Comisión de Tránsito. Cruzó frente a una manifestación contra el presidente, cruzó junto al alcalde que inauguraba una obra, cruzó frente a las cámaras, apareció en todos los hogares de Guayaquil y aún así, nadie lo vio.

Como las aves migratorias Toñito simplemente sabía hacia donde dirigirse. Cruzó Boyacá, la 9 de octubre, el Municipio hasta llegar a la bahía, el lugar donde lo había hecho, donde había cobrado vida, donde había encontrado el amor, donde él mismo hizo el papel de dador de vida, de donde huyó y juró nunca mirar atrás, nunca regresar, nunca cuestionar por qué había cobrado vida, simplemente aceptarlo. A ese lugar se dirigía.

Lo veía a la distancia, el olor a aserrín y blancola, a ropa vieja y pintura acrílica. En el taller que se encontraba su familia habían alrededor de 10 mil monigotes listos para ser quemados de nuevo, esta era la misma época del año en la que él mismo había nacido.

Todos en el taller se quedaron congelados, era como ver un espejismo, una alucinación colectiva: un monigote caminando. Toñito se dirigía hacia Ah Lucho! cuando los vio junto a él: sus hijos y esposa, maltratados, golpeados, aterrados. Eso le dio más impulso a Toñito. Ah Lucho! abrió la boca, se le cayó el cigarrillo. Toñito levantó el puño, preparó un gran golpe y lo estrelló con toda su fuerza contra su cara.

Ah Lucho! cerró los ojos, no sintió nada. El brazo de Toñito simplemente era blando, sumamente suave, se dobló completamente hasta el cuello.

Todos estallaron en carcajada, se doblaban de la risa, uno cayó al piso, se agarraban las panzas que les dolían de tanto movimiento abdominal. Toñito cayó arrodillado. Miró a su esposa, ella lo miraba inmóvil. Ah Lucho! recogió su cigarrillo.

Todos comenzaron a patear a Toñito, no pensaban que era un milagro que pudiese tener vida, lo único que sabían hacer era destruir cosas. Todos rodearon a Toñito y lo pateaban sacándole el aserrín, partiendo su careta, arrancándole una mano, los 2 pies. Su esposa lloraba mientras cubría la cara a Condorito y Chapulín contra su cuerpo. Los miles de otros monigotes que rodeaban la escena, abarrotaban las bodegas, cerraban todas las salidas parecían contemplar ese linchamiento con tristeza, con humillación.

Toñito movió su mano hacia su esposa, pidiéndole que se vaya, que nadie la vería porque todas las cosas sobrenaturales en la ciudad se vuelven invisibles. Ella huyó, no miró atrás. Sentía que corría por su vida, con su hijo pequeño en su brazo y el mayorcito cogido de la mano. Corrió hasta romperse y sintió una explosión, algo que la empujaba a irse aún más lejos, lo más lejos de la ciudad, lejos de esa guerra.

En su último momento de vida y ya con la careta desfigurada parecía que una leve sonrisa se pintaba en su cara y de pronto una lágrima descendió por su mejilla. Los monigotes podían llovar? No. Era la gasolina que le habían rociado y lo empezaban a apedrear con camaretas. Ah Lucho! dio una última bocanada, lo demás se hicieron a un lado y aventó el cigarrillo sobre Toñito.

Para Toñito todo duró una fracción de siglo hasta que el cigarrillo lo encendiera. En este momento lo más extraño sucedió. En lugar de prenderse fuego, estalló con tanta fuerza que pareció desaparecer ante sus ojos. Todos quedaron perplejos, nunca habían visto algo similar. Una chispa cayó sobre el hombro de Ah Lucho! Todos miraron hacia el cielo, había miles de chispas flotando sobre sus cabezas, como las estrellas del universo. Empezaron a caer, descendieron sobre sus cabezas, cayeron sobre el piso, el techo, los miles de monigotes, miles de monigotes que cobraron vida en ese mismo momento y empezaron a rodear a los hombres. Estos reían pues sabían que eran frágiles e indefensos, pero esta vez eran demasiados. Golpearon a uno, a dos, a veinte, empezaron a ser rodeados, no podían golpear nada, empezaron a sangrar, a caer al piso, se les seguían trepando encima hasta aplastarlos, demolerlos, pulverizarlos. Miles y miles de monigotes uno encima del otro tratando de llegar al cielo rodeando las decenas de bodegas llenas de explosivos y de pronto todos explotaron al mismo tiempo, detonando millones de camaretas.

Ese día pensamos que se nos destruía la ciudad.



FIN

martes, 26 de octubre de 2010

Quien es Ed M. Undo?

No puedo decir mucho de él más que compartir mi experiencia con él.

Hombre de pocas palabras, debe ser la persona más difícil de encontrar en este mundo, no hay rastro alguno de su paradero. Cuando nos conocimos en una larga ceremonia lo primero que me dijo fue: "yo estaba esperando este momento, aquí es cuando nos conocemos, entablamos amistad y encontramos algo que hacer juntos que afecte al universo entero y eterno. Soy Undo, soy de la Tierra".

No entendí nada de lo que me dijo y fue más confuso con que terminó: "Bienvenido a la Universidad de Gaia". Habíamos bebido ayahuasca, y lo que no me daba cuenta es que no estabamos en la misma dimensión.

Inmediatamente empecé a sentirlo, todo empezó a tomar sentido, había escuchado vagamente la explicación de lo que eran los "tentáculos de vida" de Vonnegut. Encontré el sentido a la experiencia que definió mi vida cuando no era más que un joven que aún no había despertado al mundo.

Cuando tenía 15 años conocí y me enamoré de la más gentil y linda chica que he conocido en mi vida durante unas horas, cuando resultó una llamada equivocada, el día que el teléfono soneo raro y como nunca, no había nadie en cada. Conversamos por horas y cuando ella se despidió mi dio su número de teléfono, a mitad del dictado la interrumpí y le dije "son demasiados números", entonces ella empezó a llorar y dijo cosas a las que no les di mayor sentido ni entendimiento: "estamos tan lejos, que será mejor nunca volvamos a hablar. Esta llamada sucedió para que uno de los 2 logre algo maravilloso. El día que lo logre, el otro lo sabrá". Ella colgó, no importó lo que intenté no había rastro de Alegra Duranzia.


El lado oscuro: el origen

El 20 de julio de 1969, la capital del continente/dimensión América logró posar con éxito su primer y supuesto último aterrizaje lunar. La nave Apolo 11 no levantó polvo al posarse sobre la superficie lunar que en efecto, fue una filmación bajo agua para poder ilustrarle a la gente lo que únicamente los astronautas habían podido vivir al hallarse tan lejos y no poseer la tecnología para replicar la experiencia de una manera visual, menos inmediata.

Cuando conocí a Buzz en una de nuestras meditaciones trascendentales entre dimensiones, yo de manera química y él a través de una simple nave personal, una especie de holograma físico, una réplica de la persona en otro lugar formada por iones, a la que Buzz solía llamar "mi alma humana".

Lo que Buzz me contaría cambió y os advierto cambiará la manera en la que estás programado para creer y entender cualquier dato que tengamos que no hayamos vivido, es como si todo puede cambiar otra versión de la misma historia. Así se dividen, construyen, destruyen y abandonan dimensiones. En nuestro caso no llevabamos la delantera, eran ellos quienes lo había descubierto por si mismos, mucho antes que nosotros.

A pesar de ser el segundo hombre en pisar la Luna, luego de Armstrong a quien definió como un cobarde, Buzz fue el hombre que más lejos llegó y nunca nadie alcanzará a igualar su hazaña. Verán, a pesar de que aquí fue simplemente un famoso astronauta, estableció el vínculo para el verdadero, mayor avance de la humanidad.

Esto fue lo que me contó Buzz: dice que cuando llegaron hasta el lado oscuro de la luna era como estar en la cima del mundo, como si al dar un paso empezarías a descender a otro lado, fue ahí cuando Armstrong le ordenó regresar, lo cual lo cumpliría en exactamente 5:55 minutos, tiempo en el cual Buzz desobedeció y empezó a caminar hacia lo desconocido. Estaba muy oscuro pero a la distancia parecía desvanecerse un leve resplandor, la oscuridad empezó a desaparecer, rebanada como mantequilla al calor, lo que vio tardó unos segundos en entender, pues sólo puedo explicarlo como una alucinación. Lo que Buzz vió y nunca nadie volvió a conocer directamente de él es que al cruzar el lado oscuro de la luna, había un grupo de 77 astronautas de todas las edades, acompañado de lo que parecían ser arañas gigantes amaestradas con un gigantesco letrero que decía "Bienvenido Buzz, te estabamos esperando". Un temblor lo hizo estremecer del susto y dejó aturdido. Era la palmada en el casco de parte del lider del grupo, Capitán Apolo XI quien empezó a decirle que luego empezaría el curso intensivo de coincidencias y destinos. Pero lo que Buzz no podía cerrar la boca de la impresión, era ver a nuestra tierra, del otro lado totalmente iluminada, con muchos más continentes, más radiante, más fecunda. "Somos nosotros mismos en otra dimensión Buzz, no logran vernos por que pusimos la luna para cubrirnos de cualquier ángulo que nos mires, pero el tiempo ha llegado para volver a unirnos, colapsar" el capitán Apolo Equis (como se hacía llamar) contempló en silencio y regocijo su completamente vivo planeta.

Luego de asombroso, pasó a lo verdaderamente inimaginable. Junto a Buzz pasó él mismo, se guiño el ojo, y entró trotando a la oscuridad, que era disipada por una de las arañas traslúcidas luminiscentes. "Es demasiado pronto para que entiendas lo que tienes que escuchar Buzz, pero tú mismo voluntariaste para reemplazarte el tiempo que sea necesario, por suerte en esta dimensión y como sucede con todos los predestinados, también eras astronauta".

El origen había empezado, y nos tomaría aún más tiempo del que calculamos encontrar la manera sencilla de mudar una dimensión en otra, sobretodo con la clara misión colectiva: nadie se debería dar cuenta.

Ed M. Undo
deportado de Utopía, redactor de las Crónicas de las 7 puertas.

lunes, 12 de julio de 2010

Próximamente CICLO DE CUENTOS DE FICCIÓN DEL TERCERMUNDO

arrancaremos con una historia de horror de nuestro único Ed Undo. Luego abriremos la invitación a todo escritor que pueda presentar su historia ambientada en nuestra dimensión: el tercermundo. Los seguiré informando de las escasas reglas y amplios escenarios.


éxitos

N1

miércoles, 14 de abril de 2010

la crisis de tierras infinitas

De esta séptima permanencia, Eurasia era la única dimensión que existía hasta el descubrimiento de América, o Tierra 2 para los entendidos. Alemania combatió por tener su propia constelación de dimensiones, era como mezclarse con ellos mismos, ellos se volvieron arios y en su mundo, dominaban, todas las imágenes que nos llegaron atrasadas y manipuladas de la Segunda Guerra Mundial pertenecen a otra dimensión, todo aquel que estuvo en esta guerra pudo ingresar por breve tiempo a otra dimensión, y muchos pudieron salir de ella. La manera de comprobar que no ocurrió aquí (pero recordemos que sí aconteció en el mismo lugar en otra dimensión es viajar al lugar donde ocurrió esta guerra, no hay huella. Nagasaki, Dresden, Dinamarca está inmaculados de este lado del espejo.

A cambio del manejo de riquezas del tercer rincón productivo del planeta, el único que no quedaba en Eurasia, se contrató a los Iluminati, Templarios y a los Masones para crear un ejército capaz de controlar cualquier brote independista dimensional, la última hazaña ocurre mientras en las cuevas del desierto de Afganistán, algunas cuevas son como el agujero del conejo de Alicia de Charles Lutwidge Dodgson, el pseudónimo de Lewis Caroll (o Caroll Lewis?).

Ahondaré más en el tema, el cansancio ha regresado a mi luego de muchas lunas.



Ed. M. Undo

martes, 13 de abril de 2010

yo dios (vol1)

Al comienzo, no existía nada, absolutamente nada. La nada es color bermellón terriblemente oscuro o como sería llamado más adelante, color negro. Aún no había sentido en la luz y la oscuridad, pues éstas sólo se apreciarían el día en el que se desconozca la soledad, mientras tanto, daba igual tener los ojos cerrados.

Desperté con los ojos cerrados y no los abrí por más de 50 millones de años, en la soledad. Lo primero que aprendí fue a escuchar, luego, como la estatua filosófica de Borges, descubrí el olfato.

Existí en silencio hasta que descubrí que había empezado a existir desde algún tiempo. Algo había sucedido a mi alrededor, algo estaba floreciendo, tardaría 1 millón de años más en darle nombre, y el día que lo haga todo adquirirá un sentido más apremiante de la supervivencia, el nombre que le di, el nombre que le di fue vida.

(Fragmento inicial del decálogo de (este) universo, libro 7, escrito por Ed M. Undo, 1979)

martes, 26 de enero de 2010

el lugar y el momento

Le damos la bienvenida a un gran autor del tercermundo, es un verdadero honor q postee sus pensamientos en este blog. Dice q su abuelo fue verdaderamente William Burroughs, en su breve paso por la serranía ecuatoriana, y siendo su abuela la única mujer con la que tuvo un encuentro sexual, bueno, la única de otro sexo.

Su nombre es Ed M. Undo y exige sea dicho en ese exacto orden, o Mr. Undo o simplemente Undo pues le agrada como suena su nombre con ese acentro a robot del americano del norte, no intenten llamarlo de otra manera, simplemente los ignorará.

Su colaboración aparecerá en este blog cada vez q Mr.Undo tenga listo algo que decir o contar, no es necesario que guarde un orden lógico, pues, para quien conoce levemente a Undo (yo mismo creo no haber cruzado más de 10 palabras con este intelectual) saben q la lógica, es algo q cuesta mucho creerle.

Amante de la obra del literato americano, Kurt Vonnegut, el otro día mientras hablaba que todo pasa por una razón y que sin saberlo estamos siempre en el momento exacto y en el lugar adecuado, sacó de un cajón bajo llave una foto, en un extraño portaretrato metálico con unas leves vetas de óxido. "Este soy yo en mi único viaje a Norteamérica, estaba en Nueva York, tenía 9 años, estaba nevando, fue también mi única experiencia con la nieve, q me resultó mucho más melancólica q la lluvia" Me mostró la foto y empezó a acercarla lentamente hacia mi cara "Mire fijamente al sujeto que sonrie al fondo, algo desenfocado, está mirando en la cámara, él no debería haber aparecido ahí pero por algún motivo estuvo ahí en ese preciso momento. Ese es Kurt Vonnegut, yo tenía 9 y él 50 y algo. Ambos compartimos lugar y momento". - Ed M. Undo,
humano.