lunes, 24 de enero de 2022

Demoler, por @Ed_M_Undo

 En la sala del hospital en la que mi madre me dio a luz mi parto pasó desapercibido. Una bola de demolición saludable de 6 libras. El doctor trató de cortar mi cadena confundiéndola con mi cordón umbilical. La manera en la que mi madre me alimentó sigue siendo un misterio para la ciencia. Dos días después mi madre salió caminando, sola, soltera, cargando su bola de cañón con una capucha por el frío.

Tuve una infancia normal. Aprendía a rodar a los 11 meses. Mami y yo. El mundo entero. Los vecinos me miraban raro. Esperando que algo malo me pasara. Toni fue mi primer amigo. Me llevaba al parque arrastrando mi cadena. Nos reímos tanto. Hasta que me caí del guinguiringongo y le partí la cabeza. Los vecinos nunca se volvieron a asomar.


Iba creciendo e iba haciendo daño. Mi madre perdió el meñique de pie derecho de tanto fracturarse conmigo. Fracturarla. Necesitábamos un departamento con elevador, o una casa de una sola planta. Me tomaba horas bajar las escaleras. Pronto todos se quejaron. Mami trató de cargarme hasta que se lesionó la espalda. 

Cuando cumplió 50 años tuve que irme de la casa porque apenas podía pasar por la puerta. Daños estructurales le dijeron los ingenieros. Su casa está a punto de caerse porque usted mantiene una bola de demolición viendo televisión en la sala.