domingo, 27 de agosto de 2017

Union Square, por @Ed_M_Undo



Pasa el moreno con rastas en un traje a la medida de corte italiano. Pasa la rubia en bicicleta, tamaño extra large pero de proporciones exactas. La chica en el short jean con lentes para que se vea bien aunque no la ayuden a ver bien. La asiática de blusa de lana demasiado blanca a la sombra. Chicos en pantaloneta. Chicas en faldas. Alegres. Desconcentrados. El domingo es un día que convierte a Nueva York en una dimensión paralela. Me queda viendo una chica. Presiente que sé sus secretos. Gringos pasan rápido. Gringas que pasan lento. El fondo es una pintura de arte moderno cuya única distracción es el kitsh de los taxis y carros. Nadie lleva pasajeros. No saben que yo sé a todos los que han matado. Pasa la chica hablando por teléfono, pero sé que está apagado y habla con la voz en su cabeza para que nadie la mire raro. Padres y madres. Hermanos y hermanas. Amantes y esposos. Todos en la vereda del frente. Nadie se me acerca. Nadie quiere pasar cerca del indigente. Miro el globo que se desinfla lentamente en el árbol. Lo puse ahí para recordar donde te enterré en Union Square a comienzo de verano. Pasa la pelirroja de los jeans negros apretados. Pasa la pelirroja con sweater sobre su vestido largo. Pasa de nuevo el moreno del traje. Esta vez viene fumando un cigarrillo. Creo que me ha descubierto. Tendré que eliminarlo.

martes, 1 de agosto de 2017

Descanso, historia por @Ed_M_Undo

Lemus yace en el piso. Su cabeza apoyada en el sofá. De su mano derecha emana humo de su cigarrillo. Lemus siempre imagina que el humo sonríe. Siente el peso del mundo en su pecho. Sabe que tendrá que levantarse para enrrolar otros cigarrillos. Su aflicción por la gravedad lo envuelve en un hálito de catalepsia. El catalapte viviente. Ser humo y fluir como humo. Ama el aroma. Fue amor a primera olida. Sabe que al humo no le gusta su apellido. Lo identifica con una enfermedad, una peste. El Lemus, los lemusados, el lemusamiento.

Recuerda como en un sueño, ¿o era un sueño? El niño dormía de día. De noche se quejaba, daba vueltas. Lloraba. Nadie sabía lo que le pasaba. Como una picazón invisible. Pensaba que lo cubrían insectos invisibles. Encendía un cigarrillo y le lanzaba el humo encima para que pudiera descansar. El niño no dormía, se desmayaba del cansancio. Vida nacida para sufrir es vida pero no si el sufrimiento viene desde el parto. Con el mayor amor de padre pone suavemente su almohada y con ternura la detiene hasta que el niño deja de moverse.

Por primera en su vida vez ha descansado.