viernes, 29 de diciembre de 2017

Síndrome de muerte súbita, historia de @ed_M_Undo

El taxi Lada se detuvo al pie del edificio viejo con el letrero luminoso que dice anfiteatro. El taxista cuenta los billetes para darle el vuelto a un joven médico. Debe ser médico por su bata, sus ojeras, su ausencia del momento. La estela de humo y el olor a aceite quemado le dan la bienvenida a Aurelio Tobár en su primer día de prácticas forenses en la morgue.

Está ahí porque ningun hospital o clínica, urbanos o rurales lo quisieron recibir. Esta es su última opción. El edificio pertenece al pasado. Capa tras capa de pintura durante 30 años le han dado un aspecto de ser de mentira, de ser de cartón, de ser falso.

En la recepción no hay nadie, ninguna puerta con llave. Aurelio nota que es el primer edificio que ve en Guayaquil que no tiene ninguna reja, este es el único lugar al que ni los ladrones quieren venir. Cuando los ladrones vienen a la morgue lo hacen para quedarse. Vienen chuzeados, disparados, matados, atropellados. Ladrón no muere de forma natural. Aurelio busca en el corredor la prueba de que este no es un lugar abandonado. Que no es el limbo.

Al final del pasillo, donde titila una fluorescente que no tiene cubierta, al empujar la puerta ve la espalda de un doctor gordo y corpulento. Este parece que concentradamente habla en voz baja para si mismo. Aurelio lo contempla, quiere irse, salir corriendo, pero está congelado.

“Pásame la sierra hijo” dice el doctor un poco más alto del zumbido de su trance. “A mi me dice Culebra”. Aurelio entrega el instrumento y se presenta. Le cuenta que nunca ha tenido apodo, que su padrastro lo adoptó y lleva su apellido. Que nunca conoció a su padre.

Este no es el lugar para conversar de la vida hijo, aquí si se conversa es de la muerte. Ahora pásame esa fundita y deposítala en esa camilla. Aurelio carga una funda de comisariato un poco pesada, fría. Vas a inaugurarte hoy con un caso complejo: un niño recién nacido.

El cuidado de Culebra para acomodar el cuerpecito morado del bebé es sobrecogedor, se toma una fracción de siglo ponerlo bocarriba del mesón metálico. Con un escalpelo semioxidado rebana el pecho de la criatura que parece suspirar. ¿Qué ves hijo? Le dice a Aurelio.

Por las señales de contractura pulmonar y la desviación del esternón este niño...murió de asfixia, pero... Aurelio hace una pausa y toma el cuerpito con sus 2 manos. Este niño fue triturado. Culebra lo mira y le dice que tiene 8 días de nacido. Que sus padres tienen 4 niños más.

Que son buenas personas. Que la madre vino devastada. Ellos mismos lo encontraron en la cuna muerto. Que el diagnóstico es Síndrome de Muerte Prematura. Que suele pasar en recién nacidos, que aún se estudian las causas. Aurelio lo mira estupefacto.

No me mires así hijo, dice Culebra. Que no le pueden hacer eso a los padres, que ella no tuvo la culpa, quizás se quedó dormida mientras lactaba, quizás lo puso en la cama y dió media vuelta. Puede pasar. Más a menudo de lo que imagina. Esto no está bien dice Aurelio.

¿Alguna vez has dormido con un niño en una cama de una plaza hijo? Aurelio da media vuelta. Dice que sí, pero que nunca lo mataría. ¿Y por qué has hecho eso si no tienes hermanos menores hijo? Aurelio hace silencio. Te voy a explicar como funciona esto hijo.

Ya cuando pases tantos años como yo en la morgue, empiezas a reconocer las víctimas. Empiezas a diferenciar asesinatos, de accidentes, de homicidio. Los suicidios son los más fáciles de reconocer. Es que uno cuida de uno mismo hasta para matarse.

Yo puedo ver en la paz del niño que era amado hasta cuando su madre lo mataba dormida, que ambos dormían juntos, solo que él para siempre, solo que ella sobre él. Así que apunta la causa de la muerte: Síndrome de muerte súbita. Aurelio le hace caso. Culebra le agradece.

Lo manda a que descanse, que han pasado 4 horas en el caso y que prefiere que esté lúcido por que tienen 2 cuerpos que despachar en la mañana. Aurelio se acomoda en un catre en el cuarto de atrás. Culebra guarda el cuerpecito en una cajita, lo mete en un congelador.

Culebra entra despacio al cuarto donde duerme Aurelio, lo mira con ternura. Le dice que él y su madre se conocieron en la facultad de medicina de la Universidad Estatal hace 25 años. Que con el embarazo ella abandonó la carrera y a él. Que está orgulloso de que sea médico.

De lo que no está orgulloso es de lo que hacía en la escuela en la que trabajaba para pagar su carrera. Esos niños inocentes no merecían eso. Qué sabe que faltó como padre, que pudo haber abandonado la carrera, que no hizo bien en su vida la ausencia de un padre.

Que va a compensar la falta que hizo, que nunca más volverá a abusar de niños, que sabe como los padres pueden matar a sus hijos con amor. Y Culebra con sus 350 libras se sienta encima de Aurelio. No logra más que mover un poco sus brazos antes de morir.

Culebra agarra a su hijo, lo carga hacia su mesón de metal y lo desnuda. Le hace la autopsia y luego crema el cuerpo. Sabe que podrá morir tranquilo ahora que la causa de su muerte ha sido súbita. 

FIN.

viernes, 20 de octubre de 2017

Año nuevo, cuento de Pablo Echeverría.

Cuando llegamos la mujer estaba llorando desconsoladamente. Pensamos que un familiar suyo había sido abatido en los atentados del día anterior, pero en sus manos se sostenía la pequeña figura de una niña. De lejos pensé que era una muñeca de trapo. La cabeza le colgaba con cierto desgano; de sus bracitos delicados se sostenían un par de gotas de sangre, tal vez una hilera de ella, pero los detalles no son mi fuerte; la zapatilla negra aguardaba en el portón, igual que si la muerte la hubiera tomado en plena huida: la mejor imagen que uno podría tener como postal para el recuerdo.
Nos acercamos sigilosamente y apagaron las sirenas de policía. No hubo palabras de ninguno de los dos lados. La mujer solo asintió con la cabeza cuando le informamos que debíamos llevar a su hija a la morgue. <<¿Dónde queda?>>, dijo, y me miró fijamente a los ojos con un horror que aún hoy me estremece hasta los huesos. <<Cerca de la gasolinera central>>, le dije, y subí al auto. No paró de mirar a la ventana con infinita tristeza, con la nostalgia de no volver a verla, de no poder acariciarla y

viernes, 13 de octubre de 2017

Cofradía, cuento de Martín Torres

Acta oficial.

Hora: _12:13_

Celador número: __4___

Registre, en las siguientes líneas, los eventos observados:

El jardín, en medio del sol blanco, espera pacientemente las pisadas de dos miembros de la Cofradía. Sus nombres no son importantes, en realidad. Ambos, casi de la misma estatura, aunque con un par de décadas de diferencia en su edad, se han encontrado en situaciones muy distintas anteriormente. 

En este lugar, ni siquiera la muerte termina por igualar a los individuos: son iguales y la idea es diferenciarlos. Cada paso que se ha extendido por estos jardines calcinantes es distinto al anterior, paralelo a las promesas que se dejan atrás con el polvo. Este tiempo, que transcurre despacio y perpetuo entre las hojas secas que son las sombras de las nubes, profana toda la carne que toca. Cada pequeña arruga, cada mínima marca en la piel y cada cabello que palidece ante el terror de la vejez marcan con su propio tambor lo inevitable.

Ambos, el Viejo y el Joven, pasean con la tranquilidad de quien camina su laberinto. Sus piernas podrían ser fauces que se abren y se cierran de forma vertical, que cortan sus vidas en pequeños fragmentos. Aquí, no se persiguen el uno al otro. No escapan más que para poder encontrarse, del mismo modo en que los desquiciados y los malditos caminan los rieles del tren: de frente ante el encuentro de todos los instrumentos de la decisión. 

Durante toda una vida, o dos, o tres, o ninguna (que es lo mismo) se han caminado a distancias similares. Se han dado cuenta de lo inesperado que resulta despertar en un cuarto cubierto por una película en blanco y negro, a la madrugada, y atender al llamado del deber, de la pobreza o de la ley; a cualquiera de las dos orillas que los conducen al acantilado polvoriento de la acción. 

Ambos han sido bastardos viviendo en un traje miserable, recorriendo el crimen, uno más profundamente que el otro. Ambos han escuchado los alaridos del ebrio que cantaba y paseaba mientras todos dormían para darse fuerzas. Ambos han dejado botellas a medio acabar, mujeres a medio complacer, cigarrillos humeantes… ambos han sido prófugos pero de diferentes demonios. Ambos han rezado también, han tratado de desmenuzar las flores que los cadáveres de los niños olvidaban al ver a Medusa a los ojos, al convertirse en lágrimas pulverizadas por lo que un dios retorcido y demente considera justo. 

¿Quién está en lo correcto? Lo único que separa a un criminal de un policía es el latido que llega primero, o el suspiro que llega al bajar el rifle: el momento en que las almas se alivian o se agitan después de tomar la vida de un hombre y llevársela al infierno que nos sonríe cada día.Ese mismo infierno, también espera las pisadas de la juventud y la vejez. 

Los actos que caminan fuera de la obviedad no les interesan a los hombres que sirven a la justicia. Es precisamente el criminal el que repta dentro de las fauces de su propio frenesí. Solamente cuando el policía se da cuenta de que debe pensar como un criminal para atrapar a su presa se libera ante su propia función. El criminal, por otro lado, se deja llevar ante el impulso de su propia racionalidad: planea, prevé, analiza, contempla y define el sendero casi invisible que se teje como una mecha ardiendo en medio de la chispa universal.

El Viejo y el Joven se arrastran hasta que se pueden poner de pie, hasta que el peligro ha pasado. Se dedican palabras amables ante el respeto que sienten el uno por el otro, porque ambos entienden que debajo de todos los conceptos reside la carne: saben perfectamente que no somos más que tumbas móviles que infectan el vacío con la nada, la materia con lo efervescente. 

¿Quién guardará silencio primero? ¿En qué encrucijada el camino se desgarrará y llevará a uno de los dos al caudal infinito de un silencio superior? El Joven se atraganta con el polvo que se levanta mientras el Viejo cierra sus ojos gastados para evitar que sus pupilas se laceren: en el fondo, les gusta el sabor de la tierra y las lágrimas contaminadas que les obligan a ver el horror de un mundo que decidió por ellos. 

Las plantas que se abren paso entre las fisuras de la piedra los observan. Se abren para escuchar la conversación cordial y para tragarse los rayos de sol que las alimentarán lo suficiente como para arrastrarse en el suelo. Saben perfectamente que ambos miembros de la Cofradía han sentido el beso frío y efímero de una bala hirviente, el acero helado que destripa los tejidos de un cuerpo jadeante. 

Eso es lo que hay pendiente entre los dos: una mirada, una palabra y todos los caminos que conducen a este camino. Y este camino, a su vez, esconde la brutalidad salvaje y melosa de una decisión que cambiará el horizonte entero. Tal vez las nubes no son los sueños de los que sí pueden dormir. Tal vez son los suspiros de resignación de los que caminan. Tal vez son todos los sonámbulos, todos loscadáveres condenados. Todos dioses. ¡Todos en la honda sima de la humanidad! ¡Todos ahogándose contra el fantasma de lo que creen correcto! 

El Viejo llevará al Joven frente a un pelotón de sus pares y esperará a que lo aniquilen o lo olviden (que también es lo mismo). El Joven degollará al Viejo y teñirá un camino con su sangre. Pero no este, no hoy. No hoy. 

Hoy, los pasos de ambos están a salvo, como los dedos del malabarista cuando el último cuchillo se ha dormido y el semáforo ha cambiado de color. Hoy, este jardín se ha ahorrado el horror de ver a dos hombres perderse en medio de la bruma helada y amarilla que cobija al sepulturero. Hoy, el tiempo también puede esperar. 

viernes, 29 de septiembre de 2017

генезис, el buque ruso. Ficción de @Ed_M_Undo

A la distancia, una leve luz titila en el horizonte imaginario de un mar desdibujado por la noche. Se trata de un buque ruso, y su último tripulante es el último hombre sobre la tierra. No es ruso, su origen tampoco es conocido, pero sabemos que se convertirá en el padre de la filosofía que dará nacimiento nuevamente a todo lo que se conoce como vida. Para hacerlo, debe acabar con la suya. Ese es el algoritmo: una vida por todas. Fue lo que trató de hacer el hombre conocido como Jesús, resetear la existencia.

Nuestro personaje que no es ruso, necesita de este navío para completar su experimento. En el puente de control todo marcha según lo planeado: a las 7 horas del 7 de julio del 2077, estallará su reactor nuclear. Nuestro héroe estará en el buque ruso, pero no se encontrará con vida. Va a suicidarse minutos antes de la reacción en cadena. Sus cálculos son exactos, la ubicación será el centro de la Tierra. La mitad. Todo el periplo para lograrlo le ha tomado 17 años. Cuando se está solo en la Tierra y se cuenta con todo el tiempo, el tiempo pasa tan lentamente que los años empiezan a parecer siglos.

Una vez que el experimento se realice, el científico regresará al momento exacto en el que inició la humanidad, en el vientre de un ser casi humano que llamaremos Eva.

¿Por qué un buque ruso, en medio del mar, reiniciaría la existencia? Su reactor es el mismo que explotó en Chernobyl. La respuesta no es sencilla de explicar, pero es para desencadenar la energía necesaria para viajar en el tiempo.

¿Recuerdan Hiroshima y Nagasaki? Fueron los más grandes intentos de viaje masivo en el tiempo. ¿Se dieron cuenta que después de la Segunda Guerra mundial todo el desarrollo humano y tecnológico se aceleró? Avanzamos en 60 años más que en los últimos 60 siglos.

El problema del viaje en el tiempo es que requiere demasiada energía. Debe ser descomunal, un estallido supersónico. Para transportar un átomo se necesita el equivalente a un taco de dinamita. Para que nuestro amigo viaje en el tiempo se necesita a Chernobyl.

El buque ruso estallará para que se pueda reiniciar el proceso evolutivo, enviará al último viajero del tiempo al principio de la humanidad y mientras sus átomo son el combustible para una gran ignición, su destino efímero tiene la mayor de las responsabilidades de la historia humana, no debe ser coincidencia que su nombre, el del buque, al español, significa Génesis.

viernes, 8 de septiembre de 2017

Siempre pudiste leer las mentes, crónica de Ian Tate por @Ed_M_Undo

Frente a una gran mesa servida con espléndidos manjares, Ian Tate despierta en la cabecera. En un largo salón, más teatral que aristocrático, traga saliva en su garganta seca. Se acomoda el cabello a un lado de su cara. Lo ha dejado crecer más de la cuenta. Sabe que su frente está marcada por líneas que dejó su camisa.

Se abre una puerta descomunal, imposible. 6 metros de largo. Sabe que no hay perspectiva para que se haya abierto toda. Entra Rauchen, su jefe. El hombre que consiguió contratarlo para un trabajo que nadie puede lograr. Nadie excepto Ian. El pago no se realizará en dinero, a pesar que tiene a su disposición recursos económicos ilimitados, un avión privado, yates, helicópteros, autos y aún no lo cree pues podría tratarse de una exageración: una bomba nuclear.

Rauchen se sienta frente a Ian y le sonríe. Le cuenta que el menú que han preparado hoy su enjambre de chefs es digno de la última cena de una escuadra Seal directo a una misión suicida.

"Es lo que usted quiere que yo haga" le dice Ian. La conversación ocurre como si nada, como si hablaran del clima, del programa de tevé de anoche.

"Sr. Tate, he esperado 35 años para encontrarme con usted, siempre lo supe. Mi propuesta es sencilla para un hombre de su poder. Solo le pido me entregue el Sagrado Cáliz, no el falso atractivo turístico de Roma, yo quiero el verdadero, el que está custodiado en Teherán, en un bunker bajo los escombros de un edificio. Usted verá, mi cliente ya intentó recuperarlo pero ha fallado en cada intento. Mi cliente es alguien también poderoso, de un poder digamos, ancestral. Pero aún así no tiene lo que se necesita para reposeerlo".

Ian se levanta, explica que él simplemente es una persona que siempre está en el lugar equivocado en el peor momento.

"Ahí se equivoca Señor Tate. Usted es una de esas creaciones de los dioses, digamos, edición limitada. Único. El primero en su especie. El último de su especie. Usted ni siquiera nació. Su madre ya estaba muerta cuando vio la luz de la vida. Yo lo que le propongo es que use ese don que siempre ha tenido para que nos ayude a recuperar algo que, digamos, siempre nos ha pertenecido".

Ian insiste en lo imposible de la misión.

"Tendría que ser un fantasma". Ya lo es, responde Rauchen.

"No se puede sobrevivir a ninguna de las pruebas que hay que superar". Usted ya ha pasado muchas en su vida Señor Tate, solo que no se ha dado cuenta aún.

"Tendría que adivinar lo que piensan los sabios a los que debo enfrentarme, es simplemente imposible". Siempre pudiste leer las mentes Ian, solo que no estaban conciente".

Disculpe por tutearlo Señor Tate. Verá, ya nos conocemos, digamos, yo lo conozco de toda su vida. Lo he cultivado para esta prueba. Solo piense en cada vez que caminando se encontró con otra persona de frente. ¿Verdad que siempre da el paso al mismo lado que esta persona? ¿Se encuentra atrapado en una danza improvisada que debe esforzarse por escapar al tercer o cuarto paso? ¿Se da cuenta que cada vez que olvida marcar el piso en el ascensor la otra persona va justo donde usted necesita subir?

Ese ha sido usted siempre manipulando sus mentes Señor Tate. Ahora simplemente le pido que haga lo mismo por mi, por mi cliente. A cambio, usted recibirá la llave para ingresar a la siguiente dimensión, donde se encuentra raptada su amada. De donde nadie nunca ha podido regresar, pero como usted no sigue las reglas de esta o ninguna dimensión, espero volver a verlo mi querido amigo, y que me cuente como se ve el infierno en verano".

Ahora, ya que estoy seguro se ha decidido por el trabajo, comamos.

domingo, 27 de agosto de 2017

Union Square, por @Ed_M_Undo



Pasa el moreno con rastas en un traje a la medida de corte italiano. Pasa la rubia en bicicleta, tamaño extra large pero de proporciones exactas. La chica en el short jean con lentes para que se vea bien aunque no la ayuden a ver bien. La asiática de blusa de lana demasiado blanca a la sombra. Chicos en pantaloneta. Chicas en faldas. Alegres. Desconcentrados. El domingo es un día que convierte a Nueva York en una dimensión paralela. Me queda viendo una chica. Presiente que sé sus secretos. Gringos pasan rápido. Gringas que pasan lento. El fondo es una pintura de arte moderno cuya única distracción es el kitsh de los taxis y carros. Nadie lleva pasajeros. No saben que yo sé a todos los que han matado. Pasa la chica hablando por teléfono, pero sé que está apagado y habla con la voz en su cabeza para que nadie la mire raro. Padres y madres. Hermanos y hermanas. Amantes y esposos. Todos en la vereda del frente. Nadie se me acerca. Nadie quiere pasar cerca del indigente. Miro el globo que se desinfla lentamente en el árbol. Lo puse ahí para recordar donde te enterré en Union Square a comienzo de verano. Pasa la pelirroja de los jeans negros apretados. Pasa la pelirroja con sweater sobre su vestido largo. Pasa de nuevo el moreno del traje. Esta vez viene fumando un cigarrillo. Creo que me ha descubierto. Tendré que eliminarlo.

martes, 1 de agosto de 2017

Descanso, historia por @Ed_M_Undo

Lemus yace en el piso. Su cabeza apoyada en el sofá. De su mano derecha emana humo de su cigarrillo. Lemus siempre imagina que el humo sonríe. Siente el peso del mundo en su pecho. Sabe que tendrá que levantarse para enrrolar otros cigarrillos. Su aflicción por la gravedad lo envuelve en un hálito de catalepsia. El catalapte viviente. Ser humo y fluir como humo. Ama el aroma. Fue amor a primera olida. Sabe que al humo no le gusta su apellido. Lo identifica con una enfermedad, una peste. El Lemus, los lemusados, el lemusamiento.

Recuerda como en un sueño, ¿o era un sueño? El niño dormía de día. De noche se quejaba, daba vueltas. Lloraba. Nadie sabía lo que le pasaba. Como una picazón invisible. Pensaba que lo cubrían insectos invisibles. Encendía un cigarrillo y le lanzaba el humo encima para que pudiera descansar. El niño no dormía, se desmayaba del cansancio. Vida nacida para sufrir es vida pero no si el sufrimiento viene desde el parto. Con el mayor amor de padre pone suavemente su almohada y con ternura la detiene hasta que el niño deja de moverse.

Por primera en su vida vez ha descansado.

viernes, 24 de marzo de 2017

Desdoblamiento parte1, ficción y testimonio de Ed M. Undo


Sintió que algo se derramó en su interior. Como una leve fiebre en su zona lumbar. Estaba acostado. Abrió sus ojos y pensó que el techo se veía más alto de lo usual. En ese momento entendió lo que estaba ocurriendo. Las 7 almas se habían vuelto a conectar.

Ed M. Undo se sentó en su cama. Su cuello rígido, quizás alguno de los conectantes había sufrido algún ataque. Él sabía que pasaría las horas más angustiantes de su vida. Iba a ver pasar por sus ojos la vida de 6 personas en distintos momentos de su vida. Sería como morir 6 veces seguidas. Iba a necesitar toda la fuerza posible para sobrevivir.

Vió a Virginia correr hacia un árbol al atardecer. Corría con los ojos cerrados. No los ha abierto en 20 años, ya está anciana, muy anciana. Su nieto acaba de caer de la copa de un árbol. Todos saben que está muerto, ella sabe que la muerte no es una frontera sino un nuevo comienzo. Pide que la dejen junto a su cuerpo. Abre sus ojos sobre su cara, sale una luz, no hay forma de describirla. Ella dice que una vez vio a Dios y desde ese día no pudo abrir de nuevo sus ojos, no había nada que valiera la pena ver luego de haberlo visto. El niño abre los ojos, respira, empieza a llorar. Virginia cae muerta a su lado, sus ojos en blanco, su sonrisa de paz.

Undo está acostado con los ojos abiertos viendo el techo. Ya no es un techo sino la galaxia, en espiral, centrífuga. Su alma se espiraliza, entra en contacto con tribus de Moisés. Sus moléculas se evaporan. Ya no es un cuerpo, es una nébula. Sus ojos, dos soles que nacen al otro lado del universo, cuya mirada cuando se posa en el presente ya ha muerto. Sus años son años luz. Su luz es un agujero negro.

Empieza a sentir una leve ansiedad. Mira a Lupo el lobo Molina correr hacia un carro, sus ojos llenos de lágrimas. Un camión pasa junto a él. Sabe que no cuenta con el tiempo pero intentará salvar a la niña. Ha perdido la cuenta de los años que lleva trabajando en el caso del demonio del Cerro. Le ha costado la vida a 700 personas. Está tan cerca de resolverlo, pero descubre que hay fuerzas que han hecho de su investigación una religión. La niña simboliza la salvación de la humanidad. Ha sido raptada por un ser que en apariencia podría ser el demonio, pero Lupo tiene evidencias que dicen lo contrario. No tiene nada que perder. El carro llega a 120 kilómetros por hora, eso significa que el camión va a 150. La lluvia hace todo borroso, el limpiaparabrisas no evacua el agua a la velocidad necesaria. Se abre la puerta, ve al demente sostener a la niña del cuello mientras con un machete apunta a Lupo mientras sonríe. Se cierran las compuertas. El camión hace un brusco giro a la derecha, se sale de la autopista. Se abre una compuerta del camión y empiezan a caer pequeños objetos contra el parabrisas de Lupo, en un momento el vidrio está marcado de sangre. Lupo apaga el limpiaparabrisas. Cae algo grueso, ve piel y un par de dientes, luego caen 3 dedos, parecen arrancados. El demente está mutilando a la niña. Lupo no puede más. Deja de pisar el acelerador. Ve alejarse el camión. El demente es asoma por una de las compuertas y arroja algo que debe ser un pedazo de cuerpo. Lupo no puede más. El zumbido del motor y el vidrio rojo empañan su vida.

Ian Tate y la niña Paz son los últimos en llegar a la salida del laberinto. Sabe que su vida corre peligro y debe hacer todo lo posible por salvarla. Acaban de escapar del submarino en el cual presenciaron la destrucción de la ciudad oculta de Chilampak. Un acto de justicia del cual no encontrará perdón. Ha negociado con el diablo y la negociación no le ha parecido justa. La niña no puede más, Ian la carga para seguir corriendo. Llegan a una compuerta de metal, la abre y casi cae a un silo oscuro. Ingresa y cierra la puerta, necesita tiempo y espacio para realizar una invocación. Dibuja un pentagrama, la niña 7 círculos alrededor, ya saben de memoria como hacerlo, este es su memento. Al terminar el rito, Ian tendrá que abrir la compuerta y buscar un espacio abierto para que su cuerpo sea proyectado astralmente a otro lugar, en otro tiempo, en otra galaxia. Están por lograrlo cuando frente a él se materializa Luzbel, quien le dice que lo ha vuelto a engañar, que ha vuelto a creer en Ian y ha vuelto a fallar. Que tendrá que regresar al infierno por que ha conducido a su novia, la guerrera al averno. Ian pierde la concentración, no culmina la trepidación, trata de atacar al Luzbel pero este lo esquiva, la niña se esconde en un rincón, se tapa los oídos con sus manitas y empieza a cantar la canción que Ian le enseño, la de los árboles siendo brazos que se elevan al cielo, que solo son memoria y nada más. Luzbel se despide y le dice que puede continuar con su teatro y huir, pero que lástima que todo sea tan difícil sin manos, de pronto saca una espada de fuego y le corta las 2 manos a Ian y desaparece. Ian cae al piso desmayado. El fuego a cauterizado las heridas. Se levanta, no logra concatenar las ideas, sabe que podría terminar el ritual, le pide ayuda a Paz para lograrlo. Lo hacen, escuchan los truenos, saben que el portal está abierto cerca, Ian se lanza al piso derrotado, sabe que sin manos no podrá abrir la compuerta, que la niña es demasiado pequeña para lograrlo. Cierra los ojos, pierde la fe. La niña se le acerca, le besa la frente, los labios, le pide perdón por lo que va a hacer. Ian no entiende lo que significa eso. Le dice que no tema, que está seguro que alguien los buscará pronto. Ella le pide un último deseo antes de morir. Ian le dice que no repita eso que van a sobrevivir. Ella le dice que él sobrevivirá, pero ella debe despedirse de su cuerpo para lograrlo. Que ha llegado el momento de cumplir su misión en esta tierra. Con lágrimas en sus ojos Ian le dice que desea. Bésame como la besas a Virginia, no llegaré a la adolescencia ni a la adultez, pero quiero saber que significa ser mujer. Ian cierra sus ojos y le da un beso a la pequeña niñita, ella lo toma de la cara, le muerde un labio. Él empieza a llorar y sollozar, le grita que lo perdone. Que lo deje morir, que no lo haga. Ella camina lentamente hacia la pared, se acuclilla, parece que va a rezar. Su frente topa la pared. Su cuerpo se dobla hacia atrás en una contorsión inhumana. Con violencia su frente golpea la pared. Una y otra vez hasta que está cubierta de sangre. Ya sin fuerzas su cuerpo se desploma, hay un agujero en su frente. De pronto sus manitas que parecen de un títere se levantan y dedos se meten a su frente, su cráneo partido, sus sesos esparcidos. Con fuerza el agujero se agranda, pierde la forma humana. Sale una mano inmensa, gigante, tosca, áspera. Le sigue un brazo enervado, muscular. Empieza a salir mientras el cuerpo de la niña queda destrozado. Ian no puede creer lo que ve. Rumiñahui acaba de renacer frente a sus ojos. Mirada demoníaca, fuerza de leviatán. Corre contra la compuerta y la arranca del silo. Agarra a Ian de la cintura y se lo lleva corriendo. Paz le ha dado paso a la guerra.

Ed M. Undo no puede más y se desmaya. A pesar que faltan 3 historias, la noche será gentil con él y dejará que el desdoblamiento continúe cuando despierte.

miércoles, 15 de febrero de 2017

He preferido olvidarlos, microcuento de ficción de @Ed_M_Undo


Lenín Moreno ingresa al gran salón donde se encuentra el presidente, su antiguo binomio, Rafael Correa. Empuja las ruedas de su silla muy lentamente, como no queriendo llegar a su destino.

El salón está solo iluminado por la luz del proyector que demarca un cuadrado blanco en la pared, junto a una pintura rococó de Simón Bolivar. El presidente alza su voz, le habla como viejos amigos a Lenín, le dice que todo ha salido como habían planeado, que hará que gane en una sola vuelta, que seguirán con su obra, él a la distancia pero guiándolo en cada decisión que deba tomar como nuevo presidente del Ecuador.

"Renuncio Rafael" le dice sin pestañear desde su silla de ruedas. Rafael se levanta y se acerca a él, se agacha y le dice sutílmente en sus rodillas, casi rogándole. "Es demasiado tarde, no hay marcha atrás, estamos a 3 días de las elecciones Lenín, es solo unos nervios, a mi me pasó lo mismo".

"No Rafael, estoy decidido, no continuaré esta farsa". Correa se levanta y en tres zancadas llega a su computadora, mientras la mira concentradamente le habla de espaldas. "Recuerdo como si fuera ayer cuando me contaste como quedaste paralítico Lenín; la lenta recuperación, el dolor constante, el perdón a tus atacantes". "¿Los recuerdas?

"He preferido olvidarlos Rafael".

"Son esos recuerdos los que nos fortalecen Lenín, mira que si ellos no te hubieran metido un balazo por robarte no hubieses llegado tan lejos, ¿o acaso antes de escuchar ese disparo pensaste que un día podrías ser presidente de la república?

"Nunca se me pasó por la cabeza Rafael, pero de todas formas renuncio, no soy la persona para esto".

"Lo siento Lenín pero yo soy la persona que te ha impulsado desde el inicio y sé que te puedo hacer preidente". "Verás, desde hace unos años tengo el único video de tu ataque Lenín, lo conseguí de una cámara de un cajero que todos olvidaron investigar. Yo mismo fui al sitio y pedí una copia". "Necesito que veas de lo que soy capaz. De mi convicción hacia ti". Rafael Correa regresa a verlo a Lenín quien se seca las lágrimas de frustación de recordar el ataque que lo sentó de por vida.

Correa pone play, la única luz del salón muestra un video en el que 2 ladrones encapuchados que apuntan y roban a Lenín Morenoo y a su esposa. Uno de ellos hala el gatillo, Lenín cae al piso, su esposa corre hacia él, se lanza sobre su cuerpo, el otro ladrón sale corriendo. El que disparó contempla a la pareja en el piso. Gira, empieza a caminar hacia el cajero, mira fijamente la cámara que graba, su pistola aún tiene humo del disparo. Cuando está a un par de metros, se saca la máscara, es Rafael Correa, más joven, con una mirada demente.

Lenín grita de terror, Correa detiene el video en su rostro congelado en la pantalla, se gira y se vuelve a arrodillar, lo mira fijamente a los ojos mientras Lenín tiembla y llora en su silla de ruedas, se escuchan gotas del orine que cae de su asiento.

¿Ahora entiendes de lo que soy capaz por hacerte presidente?

jueves, 19 de enero de 2017

Ian Tate Polanski: Iniciación por @Ed_M_Undo



Mucho ha pasado en la vida de Ian Tate. En su éxodo, una fracción de vida la consumió entre miles de libros en Cuenca, criado por un matrimonio de bibliotecarios ciegos. Ya para cuando su visión se consumía, habían leído cien mil libros cada uno. Tenían tanto vocabulario que parecía que Cervantes había absorbido parte de su militancia de letras perdidas. Sánscrito de escritorio.

Ian ha sido contratado por una extraña organización para formar parte de un grupo de bizarros personajes que parecen salidos de una historia perdida de Edgar Allan Poe. Para decidirse realizó el único viaje para conocer la opinión de quien piensa que es su padre: Roman Polanski. Se encontraron en París, se dieron el único abrazo de la vida, Roman le dijo que olía a su madre. Ian asume que él es su padre por que estaba casado con su madre, pero en su vida ya conoció a un medium que quiso ponerlo en contacto con su madre en el pasado y cada sesión espiritista era un relato de alguna orgía de alcohol, drogas, sexo y por una aún extraña razón, de leer historietas. Ian no quiso seguir investigando el pasado de su madre, se quedó con el pasatiempo de los comics pero se dio cuenta que por lo menos 10 hombres podrían ser su verdadero padre. Roman a veces se limitaba a filmar las orgías.

Ian está nervioso. Nunca ha pertenecido a ningún grupo, siempre ha sido un outsider y como descubrirá el lector, lo seguirá siendo. Busca un momento de claridad para mirarse al espejo y decirse que es un buen momento para conocer amigos, que los ciegos que lo criaron nunca le demostraron amor, ni ellos se demostraban afecto, excepto cuando llegaban cajas de libros nuevos, la mujer abría los libros y el esposo besaba y olía sus manos. Los libros Braille siempre olían a aceite de alguna prensa. Ian puede leer Braille. Además sabe leer y escribir sánscrito.

Ian es guiado a un cuarto a media luz, se escuchan voces, carcajadas. Al ingresa, todo es silencio. Vestidos con trajes victorianos, otros con jeans y sacos de pana, 5 seres de toda forma y color lo contemplan extasiados. Él es el nuevo del grupo, lo llevan esperando un año. El señor Demetrio Burguesí aún no llega para hacer las presentaciones. Ian camina despacio, su incapacidad de establecer relaciones lo anima a acercarse a la más extrovertida del grupo, la señorita Virginia. Su larga cabellera rubia y su vestido de cuero hasta las botas repele cualquier proximidad. Ella le sonríe y le pide que espere a Burguesí, que no es tan fácil entender el por qué de tan especial grupo en un momento como este.

Virginia se acerca a Ian y habla a su oído. Le comenta que se necesitan 7 miembros para proseguir con la iniciación. Ian levanta la mirada y realiza un movimiento con los ojos que nunca volverá a olvidar. La escuálida niña bien vestida, con el pelo relamido que culmina en una trenza de casi su tamaño. El señor un poco pasado de libras, con sus enormes brazos al descubierto, un tatuaje de lo que parece ser un escudo en su antebrazo derecho, un pulsera de cuero gastada en la muñeca izquierda fuma un cigarro carmesí. El indio con su mirada de desconfianza, su morral a media cadera, sus dedos que parecen realizar un extraño lenguaje de señas. La chico de pelo negro que mira a la nada con su chaqueta de cuero, parece hablar en silencio.

Ian nota que aún falta un personaje pero de pronto se abre la puerta e ingresa el señor Burguesí. Este alaba ver a tan exquisita asamblea de personas extraordinarias. Les dice que cada uno de ellos ha realizado un extenso tránsito en su vida solo para llegar a este salón, que desde ya atesora con toda su vida este instante. Que quisiera que un fotógrafo documente esta legión que le ha tomado años ensamblar. Se acerca a Ian y le pide paciencia, que esta noche en la cena le explicará para que ha sido contratado. Le dice al oído que es el último y más preciado integrante que le hacía falta para emprender un extenso y complejo viaje.

Ian levanta la cabeza y le hace saber que solo hay 6 personas del equipo, que según había entendido él sería el séptimo. Burguesí le pide que observe a la niña, que lo haga muy concentrado. La pequeña María Paz ha nacido para la guerra, dice el señor. Ian no entiende, ve a la más inocente niña, cansada y somnolienta. Mire bien. ¿No se da cuenta que junto a ella está el espíritu del gran Rumiñahui? Al nacer, todos los shamanes vinieron a la ciudad de Quito, nunca se ha visto tan extraño despliegue de seres cuasimutantes. Todos vinieron a rendir pleitesía a la recién nacida, por que en ella se encontraba atrapada el alma del gran Rumiñahui. Ian lo mira excéptico, no puede creer lo que le dice, se arrepiente de haber aceptado este negocio. Burguesí insiste que le crea, que en su momento el espíritu tomará el lugar de la niña y se verán los 7 únicos, 7 integrantes del más extraño grupo de seres que han caminado juntos en la tierra. Los 7 imposibles les dice, a pesar que usted solo vea 6 al espejo.

lunes, 16 de enero de 2017

Pillow talk, relato de @Lucy_Molly

M: Hola
L: Holi
M: ¿Sigues pensando en él?
L: Si. No. A veces
M: ¿Por qué Lucy?
L: Porque tú tampoco lo olvidas pues Molly!
M: Estás retrasando tus progresos, un día si y un día no, decide ya
L: Si yo decido, ¿tú estás dispuesta a continuar?
M: No me hagas dudar, se supone tu mandas aquí
L: No tienes porque sentir ansiedad, tu empezaste a preguntar
M: Lo sé, sólo no quería sentirme sola con tanto recuerdo rondando
L: Ves que es difícil!
M: Pero no imposible, da el salto, demos el paso
L: Tengo miedo de no poder más, no odiarlo es lo que aún me mantiene cuerda
M: El odio siempre quiere más, revive lo ya cicatrizado, y peñizca las heridas sin sanar
L: Trato de no recordar lo malo, y si lo hago es para no ponerme esa venda que todo dejaba pasar, ya sabes lo mal que nos fue con ese "método"
M: Obvio, escucharte llorar, y sentir tus migrañas fueron parte de las concecuencias
L: Lo extraño
M: Ya no quiero hablar
L: Lo siento, es lo que siento
M: Lo sé, trato de no contagiarme
L: Quiero volver a reirme, a dormir bien, si hay días buenos, pero quiero más
M: Hay que salir de esto, yo también siento un vacío, y el no querer estar sola, pero tenemos que poder
L: Dime que puedo. Dímelo de nuevo, que hoy siento de una forma enfermiza que él también me extraña
M: Calma!
L: Lo sé, lo sé
M: Tranquila no llores, que después no puedes parar
L: Es la ansiedad, es el dolor de cabeza que me hace recaer, creer que reviviendo se va llegar a algo
M: Entiendo, y te doy tu tiempo, que también es mi tiempo
L: Quiero poder, quiero creer en mi otra vez
M: Todos estos días, son pasitos, son logros, no te subestimes
L: Lo sé, aún no me saboteo. No recaigo, ni me arrastro
M: Vamos bien
L: Hoy dormimos escribiendo, creyendo en que la mente y corazón pueden vivir en el mismo barrio, ser de esos vecinos que sonríen y saludan
M: También lo creo, hoy es un (de)nuevo comienzo
L: A empezar que mañana es otro día para comenzar
M: Duerme
L: Sueña por mi

sábado, 7 de enero de 2017

Leer, ficción de @Ed_M_Undo

Recordando todo el tiempo que vivimos, es asombroso pensar lo mucho que sobrevivimos. María iba a cumplir 13 años y estaba aterrorizada. Como mandato toda mujer al llegar esa edad recibía implantes de senos gratuitos, eran subsidiados por el gobierno. A esa edad, el tamaño era ridículo. 10 generaciones de mujeres destruidas desde adentro. Era fácil hacerlo ahora que se había erradicado la lectura, el aprendizaje. 

En el año 2050, cuando el internet consiguió lo imposible: un solo régimen global, un solo presidente que nos gobernara a todos, decidió que no era necesario que aprendiésemos a leer, al comienzo todo era sencillo, íconos, imágenes, animaciones. Igual que el cigarrillo sin publicidad, en 2 generaciones casi nadie sabía para qué servía, por qué lo habían hecho. El internet parecía honesto, que buscaba lo mejor para la humanidad. Estábamos tan equivocados. Nos pedía que volviésemos al origen, a contar historias. Pero nos iba quitando la ciencia, la historia.

Si no sabes leer, crees todo lo que te cuentan.