Se volteó y la imagen que vio fue tan impactante que sólo atinó a vomitar (un hábito muy gringo siempre he pensado). Su viaje se precipitó a un témpano de realidad: recordaba haber estado terriblemente drogado hablando con lo que deberían sufrir las estrellas de cine cuando uno de sus seguidores le dijo que era el jardinero de la mansión de Roman Polansky, director de Hollywood, joven, talentoso, despiadado. En su sermón explicó como debían ingresar y traerle ese hijo que su esposa esperaba en sacrificio. Al ver a 2 hippis bañados en sangre con un feto muerto envuelto en su propio cordón umbilical pudo darse cuenta el peso de sus palabras: habían sido cumplidas al pie de la letra y no había marcha atrás. Por él habían matado.
Había que deshacerse de la evidencia. Pronto! exclamó- hay que enterrar ese feto, es lo más desagradable que he visto en mi vida- Se los arrebató de las manos.
Pero Charles - susuró el hippie que había traído el cuerpecito. El niño está vivo.
>> it just blew my mind! nice post :D
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