Esa noche fui a acabar con la clandestinidad, dejándote atrás
Tu no lo quisiste aceptar, y querías conmigo acabar.
Nuestros encuentros siempre fueron salvajes, este no fue la excepción. Porque éramos animales buscándonos por instinto.
“Dime con besos que ya no me amas, que solo así la decepción se palpa, porque es amarga”, me dice.
“Déjame dejarte” le digo mientras levanto mi mano empuñando el puñal de la indiferencia.
“Conmigo estás aunque con alguien más esté tu razón,
tuyo es mi corazón”, gritaba con negación, mientras agarraba mi mano tirando el puñal.
Mis ojos se llenaban de lágrimas, sus palabras eran su arma. La verdad es brutal y él la usa sin piedad.
Corro a la salida, que es la huida de lo que sé será la escena de un crimen. Él olía mi miedo, lo saboreaba como adrenalina.
Me atrapa, me resisto, lucho y busco algo como arma. Me mira con pupilas dilatadas, mis uñas se clavan en su cara.
(Gritos y forcejeo).
Se acerca a mi oído y dice:
“Quiero quedarme en tu corazón”
“Quiero quedarme con tu corazón”.
Siento el fin, y es lo más parecido a quedarse sin aire.
“¡Qué bien te queda el rojo!” me dijo, mientras me arrancaba el corazón.
Dicen que el amor no mata, pero mi amante acaba de arrancarme el corazón. Ahora soy un alma en pena buscando lo que se me ha perdido.
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