martes, 21 de mayo de 2013

Sarita Rarita vol.1

Vaya que era rara. No ha existido ser más extraño en la tierra que Sarita. Ni el ornitorrinco ni el spondylus son tan raros como Sarita. Sus hábitos son tan raros que solo encuentro las más complejas comparaciones, las más futiles analogías, las inexplicables hipérboles que ocasiona en toda historia que evoque a Sarita. Y es que no era solo ella, era toda su familia.

Sarita entró a la escuela con una escafandra, herencia de un tío abuelo navegante con quien encontraba muchas afinidades. Este tío abuelo llamado Nantier Pepino había recorrido 3 veces la tierra, no por ser el explorador más sagaz y arriesgado, sino por ser el descubridor más olvidadizo, le tomó 3 vueltas al planeta volver encontrar su hogar. Sarita encontraba sumamente romántico el hecho que la búsqueda del amor de su vida lo había llevado a los confines del mundo, desde las ruinas de piedra pómez de Antofagasta hasta las marcas en los campos de Wimbledom, los baños colectivos de la India a los desiertos congelados de Siberia. Pero fue al volver a su hogar que lo encontró, ahí donde había estado desde un principio. Sarita piensa que el corazón es una brújula que nos transplantó Dios para que no estuviesemos tan perdidos.

Así vi por primera vez a Sarita, sin verla.

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