domingo, 21 de febrero de 2016

El día más feliz de mi vida, cuento metafísico por @Ed_M_Undo

Dicen que si has sido una buena persona, al morir Dios te permite regresar al momento más feliz de tu vida.

La gracia es un mérito que no se puede comprar. Yo nací dos veces. La primera vez estuve dormido 7 años, demasiado viejo para ser joven, demasiado tarde para vivir siendo inocente pero con una valentía que me permitió ingresar a todos los mundos que convergen en la ciudad. Dormí demasiado. Para cuando desperté tuve que volver a nacer para seguir creciendo. Tuve mis malos momentos. Tuve peores. Pero al fin logré descubrir que la vida es el tiempo que se entrega a otra persona. Que Adán no existió hasta que apareció Eva.

Cuando morí, volví a despertar acostado en un jardín seco, debajo de un árbol que no daba sombra. Al levantarme me sacudí la espalda pero nada se había pegado. Entendí que había muerto y los muertos no se ensucian. Tardé un momento en ubicarme, primero en espacio. Estaba en un lugar inmenso, casi vacío. Frente a mi un carrusel pequeño de hojalata daba vueltas. Luego en el tiempo. Por la sombra entendí que era el mediodía, por la cantidad de padres y madres con sus hijos entendí que era domingo y estaba en un parque. Un bus rojo con verde pasó a la distancia. Entendí que eran los años ochentas, antes de la regeneración urbana. Me sentía como en un sueño. Giré y me encontré un inmenso domo color gris claro. Entendí que estaba en el Centro Cívico de Guayaquil, y el parque era el Parque Forestal. Me embargó una súbita nostalgia, bostecé un deja vú. Entendí que yo había estado ahí.

Caminé hacia el carrusel y niños de todas las edades jugaban. Solo había un niño que parecía quieto en su caballito de madera y metal, concentrado viendo la nada mientras el aparato daba eternamente vueltas. Vestía un trajecito verde con una camiseta, unos zapatos ortopédicos color avellana. Parecía una estatua, su caballito parecía más vivo que él. Seguí caminando. En ese momento entendí que el magnetismo que me atraía a ese niño eran mis propios genes. Ese niño era yo. Ese era el día más feliz de mi vida. No pude contener mis lágrimas.

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