lunes, 13 de abril de 2015

Saltando, cuento por Andrea Itúrburu @andreitai, tallerista de Palabralab

Fragmento del cuadro el jardín de las delicias del pintor El Bosco con el título de la obra Saltando de la escritora Andrea Iturburu @andreitai de Palabralab Ecuador

Cada vez que Julito saltaba sentía que podía tocar las nubes. Ese día dio un gran salto y de pronto todo oscureció. Intentó sentir con sus manos dónde se encontraba. Tocó una superficie plana, sentía un teclado, un cuaderno de apuntes y finalmente apareció algo que parecía un botón. Lo apretó y volvió a ver.

Se miró las manos, habían crecido. Afinó su oído y pudo escuchar murmullos. Miró a su alrededor y vio a cientos de personas, sentadas en cubículos reducidos. Él también formaba parte de ellos. Miró fijamente a la pantalla que tenía cerca de él, su reflejo no era el que él recordaba. Se paró y corrió por los interminables pasillos. Pudo sentir como cada latido de su corazón se hacía más fuerte, como una ola gigante de nervios lo había envuelto y sus piernas, pensaba él, parecían estar hechas de mantequilla.

Se detuvo durante un instante, un microsegundo, en medio del laberinto interminable de pasillos. Cientos de personas uniformadas y en perfecta sincronía, escribían sin parar en las máquinas, agarraban las tazas, se limpiaban la boca, volvían a escribir.

Al final del pasillo que había escogido, había un baño. Empujó la puerta y entró. Se miró al espejo. Una vez más, no reconoció su reflejo pero sabía que estaba ahí, muy dentro. Recorría con sus manos su rostro transformado. Tenía pelo en la cara, y había alcanzado tanta altura, que tenía que bajar la cabeza para poder ver el lavabo.

Unos fuertes golpes lo sacaron de su ensimismamiento. Alguien tocaba furiosamente la puerta. Asustado, trató de abrir la pequeña ventana que se encontraba en lo más alto de la pared del baño. Saltaba, pero ya no era liviano. Los golpes se hicieron más fuertes y él estaba aterrado. Tan solo quería alcanzar las nubes, no hacerles daño. ¿Qué habré hecho para hacerlas enojar tanto?

No sabía en qué se había convertido, aunque sentía que él estaba ahí dentro, atrapado. Las ojeras, el pantalón planchado, los zapatos de suela, hace unos cuantos segundos había estado saltando en el jardín de su casa, tratando de tocar las nubes, con el sol golpeándole la cara y los pies descalzos; y ahora estaba en un cuerpo cansado y ese alguien detrás de la puerta, le gritaba que tenía que regresar al lugar donde había empezado su pesadilla.

El día en que todo comenzó, recordó, había saltado toda la mañana. Soñaba con que llegue el momento en que al fin sea tan alto, como para agarrar las nubes y talvez quién sabe, hasta quedarse a vivir entre ellas. De repente sus pies volvieron a tocar el pasto y el sol había aparecido nuevamente sobre su rostro. El cielo lo saludaba con su azul brillante y las nubes con su imponente suavidad. No estaba seguro si había regresado.

imagen libre de derechos: fragmento del cuadro El Jardín de las Delicias de El Bosco
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