A su cuarto año de vida se preguntaba qué era la muerte; el man creció y nadie se lo respondió.
El man tuvo sexo por primera vez y en medio clímax se volvió a preguntar qué diablos era estar muerto.
El man tuvo una carcajada enorme y en media acción no pudo evitar pensar qué era morir.
El man caminaba en su balcón y asomado volvió a preguntarse qué era estar vivo.
Lo empujaron.
Lo lloraron.
El man aprendió a no preguntar de más.
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