bajas la cabeza
miras el fruto de tu ombligo
y sin más preámbulo
vuelves a sonreír
por una dicha de la vida
y una mala jugada del destino.
Te contemplo desde mi gratitud,
te venero a largo alcance,
y tú no lo sabes
y tampoco te interesa
que algún otro fruto crezca
por la obsesión de tus ojos largos
y tu mueca de risa fresca.
Sabes que eres bella
el mundo antes te lo cantaba,
pero hoy admiran a quien en tu vientre llevas
aunque yo no me olvido de tu belleza,
ni de lo que causas,
que en noches te sueño
y en días te observo,
esperando que mires tu sonrisa al espejo
bajes la cabeza
mires hacia tu ombligo
y sin más preámbulos
me sonrías
encontrando mi boca entre tus piernas.
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