PARTE#4
Si de verdad aspiro poder disponer de la vida de la bazofia que acude a ellos en busca del
fin de sus días—porque así lo ha decidido su juicio—, tengo que demostrar que soy capaz
de entrar, permanecer, y salir con vida de este abismo del horror; un agujero en donde el
dolor es solo un elemento vistoso.
Escucho el rugir de la bestia y salgo disparada por la ventana hacia el patio; siento mi
espalda amortiguar la caída, y después de un espasmo en el hombro derecho, abro los
ojos: todo es nebuloso, pero a medida que pasa el tiempo—un tiempo que es incierto—,
puedo reconocer el bombillo que se movía como un péndulo. Tres hombres aparecen
sobre mi cuerpo tendido en el suelo, y escriben sobre tableros de colores distintos mientras
me observan sin tocarme.
— El esqueleto sigue en orden, nada que no se pueda ensamblar de nuevo—dice uno de
los tipos.
— Pero se horrorizó con una simple muerte animal, Ixer, ¿no crees que es débil?—
pregunta otro de los hombres al primer tipo.
— Guardó la cordura después de la primera estación—replica el tercer hombre, a quien
reconozco: Es el sujeto de la entrevista—. Saben bien que la siguiente estación fue una
estrategia del Metus conatus para exponer su vulnerabilidad—explica—; es joven
todavía; arrogante y estúpida también, pero sobrevivió al Bogle.
— ¡Bah! ¡Fue suerte! Se desmoronó con la hermanita muerta.
— Había lazo afectivo allí, Ixer—responde el sujeto de la entrevista—. Apuesto que no
le quedará compasión para el hombre de estudio que acude a nosotros.
— ¿Ese que escarba en las narices del tiempo abusando de los métodos inductivo y
deductivo mientras pierde el sentido de la vida?
— Ese que, con el divorciado, suponen nuestros mejores clientes, Elgort.
— Ahora que lo dices, podría resultar sexualmente llamativo morir a manos de una
muchacha como esta—comenta aquel que parece llamarse Ixer—. Las androides con tetas
pronunciadas no están más en boga en el negocio de los suicidios premeditados, los
hombres quieren algo real.
— Es justo lo que intento decirles: Es la única mujer bonita sobre la cual no ha fallado el
experimento en los últimos meses, y saben bien que la fosa está a punto de reventar y se
acercan las fiestas, así que no podemos darnos el lujo de ponernos exquisitos, caballeros.
La sujeto 378 podría ser el comienzo de una tendencia que atraería incluso a los más
jóvenes, que tanto se han alejado del negocio luego del reciente éxito de la secta de origen
romano.
— Creo que tienes razón...
— ¿Qué me dicen de la sujeto 350?—pregunta Ixer—. También ha superado con éxito el
Metus conatus.
— Por favor, Ixer, esa mujer apenas respira—reponde Elgort—. ¿Qué no viste que las
arañas casi devoraron toda su pierna? Coja no nos sirve—añade entre risas—. Estás
empezando a encariñarte con las que entrevistas, hombre.
— ¿Entonces, caballeros?
— Aprobada.
— Aprobada.
Siento que arrastran mi cuerpo sobre un piso frío y metálico, que me levantan y me
colocan sobre una cama. Siento un ligero pinchazo en el brazo, y el pecho me duele menos
al respirar cuando me conectan a un equipo. En breve, el aroma a sangre desaparece y se
torna agradable; una fragancia parecida a la ya extinta lavanda. Me lavan el cabello con
cuidado mientras me revisan el cráneo por si alguna herida se les ha escapado a las
enfermeras. Reconozco la sala de cuidados especiales y volteo a mi izquierda casi sin
sentir el cuello, pero las cortinas son gruesas y no consigo ver a Nanna, la única amiga
que conservo y que puedo llamar por su nombre; que no es solo un sujeto más. Regreso
la mirada al techo de donde pende un reflector gigante, y aparece frente a mí el hombre
de la entrevista.
— Felicidades, 378—dice—. Ha sido elegida.
Todavía con algunos músculos aplastados, no entiendo del todo lo que significan sus
palabras.
— Permítame solamente leerle una de las cláusulas con las que ha estado de acuerdo tras
su destacada participación en el experimento desarrollado para medir las aptitudes de los
aspirantes.
Me limito a escucharlo mientras las enfermeras me siguen suturando.
— “Conforme a la confidencialidad establecida una vez iniciado el proceso de selección,
se le recuerda que, de encontrarse favorecido para el puesto de verdugo bajo contrato,
conocidos aquí como flagellum, ocupación para la cual usted ha postulado bajo ningún
compromiso o amenaza, deberá incorporarse a sus funciones con la brevedad que
establezca su empleador. La violación de esta ordenanza es la muerte.”
imagen: pintura El carro de heno del pinto El Bosco
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