lunes, 18 de mayo de 2015

Elijah Jailer, cuento por Camila Yerovi Avendaño

imagen de un hombre caminando en un desierto a la distancia con el título Elijah Jailer de la autora Camila Yerovi Avendaño para el blog ficciondislexica.com

Elijah Jailer, hombre misterioso, hombre real, o quizá hombre que en realidad jamás existió. Un día salí a caminar a eso de las 20h00 para despejar dudas que tenía en mi cabeza, sin imaginarme que vería al ser más extraño que jamás había visto en mi vida. Era una noche de esas iluminadas por la majestuosa luna, los alrededores lucían desolados, quizás porque era feriado y ya es una costumbre viajar a la playa, dejando completamente abandonada la ciudad. Es en el momento justo cuando cierro la puerta de mi casa que una repentina brisa helada cala mis huesos y me hace mirar involuntariamente a un hombre, un hombre alto, delgado, camuflado entre las sombras donde no llegaba la luz de la luna por su vestimenta negra, similar a la que usan los judíos; llevaba un sombrero de hongo, sombrero que me trasladaba a épocas pasadas; caminaba con aires de duque, pero con la mirada baja y la mano sujetando su reloj de bolsillo.

La curiosidad se apoderó de mí, entonces decidí cruzar la calle e intentar alcanzar al enigmático sujeto. No iba rápido, pero sí lo suficiente para lograr dejarme atrás y obligarme a aligerar el paso. Cuando al fin lo alcancé, el hombre pareció no inmutarse ante mi presencia, es como si yo no existía, o él estaba suspendido en una burbuja aislada del mundo; le dije 'Buenas noches' por si lograba captar su atención, pero fue en vano. Luego de doce minutos aproximadamente me miró con sus ojos negros, penetrantes y distantes, y me indicó con la mano que lo siga, sacó un habano y empezó a fumar; aunque tenía todo para ser un gran señor, luego vi que su traje estaba remendado y el reloj se veía que era un vestigio familiar que tenía grabado en la parte de atrás 'Jailer'. Es ahí cuando le pregunté qué significaba el 'Jailer', ya que en inglés vendría a ser carcelero; él con su gesto soberbio y de que no le importó una sola palabra de lo que dije, con su mirada me dijo 'tus argumentos y todo lo que dices no me interesa' y lo único que contestó fue: Es mi apellido.

Entonces empecé a sentir aún más curiosidad, me preguntaba a mí misma, mientras lo acompañaba si era británico, judío, francés, en realidad no lograba identificar de donde era. Sus facciones gritaban que era probable que tuviera ascendencia judía, o turca, quizás; mientras que su apellido y su actitud me traía a la mente a los elegantes británicos de antaño.

Debo mencionar que el sujeto habrá estado rondando los 50 años, pero yo tenía la sensación de que era un tanto más joven y lo conocía de algún lugar. Luego de hacerme todas estas preguntas y mi inútil esfuerzo por responderlas, empecé con el interrogatorio. Le pregunté cuál era su nombre, de donde venía y si no lo había visto en alguna otra parte antes. A todo esto volvió a mirarme de la misma forma que antes y regresó sus ojos al suelo, pasaron diez minutos y me dijo: Elijah. De algún lugar. Hace más de cien años.

No comprendí una sola palabra, o en realidad sí, pero no quería hacerlo. Fueron las respuestas más extrañas que escuche en mi vida, y más aún con la seriedad que me di cuenta que lo caracterizaba; al menos ya supe que su nombre era Elijah Jailer, no contestó mi pregunta sobre su procedencia y la que hasta ahora retumba en mi cabeza es 'Hace más de cien años', qué me quiso decir con esto, quién era en realidad, empecé a llenarme de temor y las preguntas comenzaron a bombardear mi mente una vez más, sin embargo quería seguir, era inevitable, quería conocer más sobre Elijah Jailer.

Decidí preguntarle que quería decir con eso de que nos habíamos visto hace más de cien años, y a esto por primera vez respondió rápidamente y con una mirada un poco más dulce aunque cargada de nostalgia. Me dijo, "sí hace más de cien años, aunque tu alma ya lo haya olvidado", aún no entendía nada y llegamos a una casa, una casa que jamás había visto, muy vieja por cierto, y al parecer era suya, me invitó a pasar, me sirvió una taza de té; mientras que él se sentó frente a la chimenea que iluminaba el tétrico lugar, sacó otro habano, fumó y no despegaba sus ojos del fuego abrasador. Luego de unos minutos de silencio y meditación, volteó a verme y me dijo que no tenga miedo, que afronte mis problemas, y que aprenda a escuchar mi corazón, sólo así no volveré a tener dudas. Se levantó, por segunda vez me miró fijamente a los ojos, con más dulzura aun y recalcó que me conocía y sabía perfectamente que la respuesta a mis problemas yo ya la tenía, lo único que tenía que hacer era: Escuchar el silencio. Aunque fue muy poco lo que dijo, me hizo reflexionar demasiado y parecía realmente conocerme. No permitió que le hiciera ninguna pregunta más y me pidió que me marchara, no me rehusé porque realmente quería escuchar el silencio y ver si realmente las respuestas estaban en mí.

Llegué a mi casa y descubrí que todo lo que me dijo Elijah era verdad, quizás lo más asombroso es que jamás le conté que me sentía mal y que tenía problemas, era una razón más para querer saber quién era aquella misteriosa persona. Sin embargo, no tenía el valor para ir a buscarlo, por esa razón me dediqué a verlo pasar todas las noches por mi casa a través de mi ventana. Sabía que podía ser como una especie de maestro de vida, pues su sabiduría estaba implícita, pero algo me detenía y no me dejaba ir tras él para descubrir quién era realmente.

Pasó una semana y decidí ir una mañana a casa de Elijah, justo había un guardia, entonces me acerqué y le pregunté si se encontraba el Sr. Jailer, a lo que el hombre contestó con una carcajada y mirada burlona, diciendo: ¿Sir Jailer? —suelta otra carcajada— Señorita, Sir Jailer, murió hace casi cien años, esta casa ha estado abandonada por décadas. Aquí sí vivió Sir Jailer con su amada esposa, pero ésta, lamentablemente murió y él un año después también falleció de tristeza. Le pregunté si ahí sólo había vivido con su esposa y el hombre sin contestar abrió el portón, caminamos hasta la puerta la abrió, entré por segunda vez a aquel aterrador, pero acogedor lugar, me condujo a una pequeña sala, a la cual yo no había ido la semana pasada y me muestra un cuadro, diciéndome: Aquí está la respuesta. Sin embargo, el hombre se sorprendió al ver el parecido entre la Sra. Jailer y yo, noté como su rostro se tornó de un color pálido, hasta los labios se volvieron un tanto blancos, pero por supuesto intentó disimular. Por mi parte, sentí que la sangre se me congeló y que mi cuerpo estaba a punto de caer, salí corriendo, era un cuadro de Elijah y su esposa, Elijah parecía de unos treinta años y su esposa de no más de veinticinco. Su esposa, era yo.

Un tiempo después descubrí que ellos cumplieron 15 años de casados antes de que ella muriera; y el último año, Elijah se destruyó por completo, quizás por eso llegó a aparentar más edad de la que tenía. Jamás tuvieron hijos, pero su amor fue profundo y verdadero.

Luego de esto no volví a verlo nunca más. Sea quien sea Elijah Jailer, me dio una importante lección de vida, me enseñó a escuchar el silencio y confiar en mí. Jamás olvidaré la figura del enigmático señor, ni su nombre: Elijah Jailer.

imagen libre de derecho de uso: www.corbis.com

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