jueves, 7 de mayo de 2015

Tu sombra, mi delirio, poesía por Camila Yerovi Avendaño



La sombra de un amor que no existe. Eso eres, vano fantasma que me acosa en las noches, que asalta mis pensamientos, desprende cien suspiros y evoca otros tantos recuerdos de un pasado inhóspito que cada día pretendo olvidar, fallando cada atardecer cuando el sangriento sol me grita tu nombre, cuando con las llamas que lo consume, incinera también mi corazón que recuerda tu sonrisa y la honda llaga de una antigua daga, aparentemente cicatrizada, llora ríos de sangre una vez más.

Me dirán tonta, cursi, qué sé yo todo lo que pasa en este momento por sus mentes. Sólo es cierta una cosa, tu sombra, mi delirio. Y es que el vil pasado me persigue, me acorrala en un laberinto sin salida, oscuro, tenebroso, hay un ligero y tenue rayo de luz delante de mí siempre, corro tras él, mas es inútil, nunca lo alcanzo y tu sombra se apodera de mi frágil corazón.

Eres mi delirio, eres mi perfecta mentira, quizás jamás fuiste real, jamás te odié. Alguna vez creímos tener un reino en nuestras manos, pero en un inesperado y fatídico momento, todo acabó, lo vimos destruirse, los escombros de lo que algún día fue, se deslizaban por nuestros dedos cual arena mientras nuestros ojos miraban atónitos. La mortal daga atravesó mi alma. Y un invierno perenne sepultó mis ilusiones. Nació mi falsa sonrisa para ocultar mis lágrimas.

Mi alma no quiso volver a sentirse atada a otro mortal. Quiere libertad, cree tener libertad, pero ignora que será siempre tu prisionera, porque mi corazón nació con tu nombre tatuado en él. Escribí nuestra historia en la arena para que la marea se la llevara a lo más profundo del océano. Ilusa, Poseidón la regresa cada noviembre a mí cuando las olas pegan contra el peñasco, o con la fría lluvia en la ciudad, con los grises días, la gélida brisa.

No sé si te amé, o aún te quiero, sólo sé que me haces falta, que el rompecabezas de mi vida no tiene la pieza que le faltaba cuando saliste por aquella puerta sin decir nada. Porque quizás, aunque me empeñe en negarlo, eres la libertad a la que elijo sentirme atada por la eternidad. Sencillamente será por siempre tu sombra, mi delirio.

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